martes, julio 02, 2019

ABUSO SEXUAL A LAS NIÑAS de Gioconda Batres

Abuso sexual en la infancia es toda agresión de índole sexual, indirecta o directa entre una niña y un adulto que mantenga con la niña lazos caracterizados por la amistad, confianza, afecto o autoridad.  
Hablamos de víctimas y agresores porque ambos términos definen con claridad en quien reside la responsabilidad de la ofensa frente a la vulnerabilidad e impotencia en la que las niñas se encuentran ante los adultos que las utilizan sexualmente. Y hablamos de sobrevivientes cuando nos referimos a las mujeres adultas que han conseguido sobrevivir a esta terrible experiencia. 
Los agresores pueden ser familiares directos, profesionales, amigos de la familia, personas relacionadas con la educación y orientación de las niñas y con sus cuidados físicos y afectivos, y que por su rango representan para la niña una autoridad. 
La mayoría de las víctimas presentan un conjunto de secuelas comunes que, con independencia de si existe consanguinidad con sus agresores, producen un daño que tiene relación con la traición, el terror, el estigma y la sexualización traumatizada a que fueron expuestas. 
Más que el contacto físico o la penetración, son el secreto, la traición y el daño psicológico los elementos fundamentales de la destrucción de la víctima. Además, el daño físico no se da en todos los casos, sin embargo el daño psicológico se produce en cualquiera de los modos de incesto o abusos sexuales infantiles. 
La evolución de las víctimas depende más de la cercanía del agresor, del sexo del mismo, y de la tortura adicionada al abuso. Se encuentran secuelas más graves en sobrevivientes que han sido objeto de abuso por múltiples agresores y cuyos abusos sexuales se han acompañado de conductas sádicas, ritualistas o prolongadas.

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