“Mira que tengo mala suerte, he vuelto a caer con otro maltratador, es que parece que los busco. Debo tener algo que los atrae. Soy como un imán de maltratadores”.
Este planteamiento y similares, es
muy frecuente oírlo en mujeres que repiten la terrible experiencia de
toparse en su vida con más de un machista violento. Lo he oído muchas veces. Pero
lo peor es que existe además una teoría ampliamente generalizada y respaldada
por la sociedad (patriarcal, claro) e incluso por quienes dicen llamarse especialistas
de violencia de género, en ese mismo sentido. Y naturalmente no puede ir en otra dirección que,
acusando a la propia víctima, culparla a ella de repetir ese tipo de relación: "La culpa es de ella", “Ella los busca”,, “A ella le gustan los malotes”
Por qué hay mujeres que repiten pareja con idénticos patrones de conducta?
Pero si una mujer es víctima, como podemos acusarla al mismo tiempo de
culpable?
Veamos,
Uno de los factores de riesgo más extendidos en estos casos es
que la víctima, a pesar de haber salido de su primera situación de maltrato, no ha
logrado salir del círculo de violencia, por lo que sigue siendo víctima, sigue siendo vulnerable. Esto
sucede cuando la ruptura con el maltratador no ha sido de manera voluntaria,
bien porque haya dejado a su pareja presionada por su entorno familiar, o tal
vez porque haya sido abandonada por su propio maltratador. En estos casos, es
cierto que la mujer sale físicamente del maltrato, pero sale sin
haber pasado por una necesaria reconstrucción emocional, o lo que es lo mismo,
sigue todavía bajo la influencia del círculo de violencia. Así, sus
expectativas, su forma de ver la realidad, siguen siendo las mismas que cuando
era víctima.
Ser mujer, como sabemos, ya es el principal factor de
riesgo, pero además si a esto le añadimos los roles y estereotipos de género,
las creencias erróneas, los mitos relacionados con el favorecimiento
hacia conductas violentas, cualquier entorno puede ser, no solo
propicio, sino un disparador de profundas creencias que la convierte en alguien muy vulnerable.
Pero además, una baja o nula autoestima, la falta de autonomía
personal, la dependencia emocional con un maltratador o bien no han logrado
desmitificar el amor romántico o amor protector que les han enseñado desde
niñas: "Necesito alguien que me proteja, necesito alguien que tire
de mí, ¿dónde voy a ir yo sola?", es muy probable que
ella piense que necesita nuevamente, alguien fuerte, alguien que la
proteja y sea capaz de tirar de ella.
Otro factor de riesgo para estas mujeres es haber
presenciado o haber padecido malos tratos en en su familia de origen, con lo
cual ha normalizado estos patrones de conducta, tanto de víctima como de
maltratador. Por eso, aunque logre salir del círculo de violencia familiar,
suele caer en la repetición de roles. La identificación con la figura maternal, la
adopción de un rol sumiso, o haber vivido con una madre que consiente el
maltrato provoca que lo único que haga este perfil de mujer sea recorrer el
camino que ya conoce, aunque haya sido desagradable, aunque haya sido terrible.
Otros factores que agravan la situación de vulnerabilidad de estas mujeres son la
dependencia económica, entender que los hijos necesitan un padre, es decir la
importancia de la figura masculina a todos los niveles, hace que la mujer crea necesario tener pareja, sea cual sea el precio que esto suponga, cree que le favorece y por eso en
muchas ocasiones repiten.
Pero esto no es todo, aún hay otros factores mantenedores que se
dan en esta situación…… No nos podemos olvidar de que ellos, los machistas
violentos ya están ahí, que proliferan por doquier como corresponde a una
sociedad patriarcal, que tiene mucho que ver son las condiciones que nos
rodean, con el entorno, ya sean profesionales, sociales, incluso
familiares y su posible influencia. Podríamos afirmar que son entornos
propicios para que esto se dé.
Que ninguna mujer se llame a engaño, que ninguna mujer sea
manipulada, engañada o desprestigiada, con falsos dogmas patriarcales, sino que
cuando percibas la más mínima señal, la más pequeña posibilidad de
manifestación implícita o explícita de machismo en la pareja, tenga la
información suficiente para detectarlo y no se pierda en veleidades y salga
corriendo, sin detenerse en tratar de solucionar problemas que no le
corresponden.
Porque ninguna mujer ha nacido para nodriza,
ni una madre cuidadora de su pareja. Tampoco tiene la responsabilidad de
hacerlo feliz. No tiene una varita mágica con la que poder cambiar aquello que
le disgusta, ni es la protectora ni la salvadora de causas perdidas. Por eso,
ninguna mujer ha de quedarse ahí, esperando un cambio que con toda probabilidad
no va a producirse. Es demasiado arriesgado quedarse a comprobar si tenía
razón. No merece la pena exponerse a hablar de una segunda o una tercera oportunidad.
Mujer, sal de ahí cuanto antes y recuerda que
permanecer junto a tu agresor es consentir, autorizar el dominio que ejerce
sobre ti. Y hazlo todas las veces que sea necesario, cuando un nuevo machista violento se
cruce en tu camino. Te puede ir la vida
en ello. Levántate sacúdete las rodillas, suéltate el
pelo, levanta la barbilla y camina mujer, que delante de ti se abre todo un
mundo de posibilidades.