sábado, junio 22, 2024

REPETIR CON OTROS MALTRATADORES

“Mira que tengo mala suerte, he vuelto a caer con otro maltratador, es que parece que los busco. Debo tener algo que los atrae. Soy como un imán de maltratadores”.

Este planteamiento y similares, es muy frecuente oírlo en mujeres que repiten la terrible experiencia de toparse en su vida con más de un machista violento. Lo he oído muchas veces. Pero lo peor es que existe además una teoría ampliamente generalizada y respaldada por la sociedad (patriarcal, claro) e incluso por quienes dicen llamarse especialistas de violencia de género, en ese mismo sentido. Y naturalmente no puede ir en otra dirección que, acusando a la propia víctima, culparla a ella de repetir ese tipo de relación: "La culpa es de ella", “Ella los busca”,, “A ella le gustan los malotes”

    Por qué hay mujeres que repiten pareja con idénticos patrones de conducta?
    Pero si una mujer es víctima, como podemos acusarla al mismo tiempo de culpable?

      Veamos, 
    Uno de los factores de riesgo más extendidos en estos casos es que la víctima, a pesar de haber salido de su primera situación de maltrato, no ha logrado salir del círculo de violencia, por lo que sigue siendo víctima, sigue siendo vulnerable. Esto sucede cuando la ruptura con el maltratador no ha sido de manera voluntaria, bien porque haya dejado a su pareja presionada por su entorno familiar, o tal vez porque haya sido abandonada por su propio maltratador. En estos casos, es cierto que la mujer sale físicamente del maltrato, pero sale sin haber pasado por una necesaria reconstrucción emocional, o lo que es lo mismo, sigue todavía bajo la influencia del círculo de violencia. Así, sus expectativas, su forma de ver la realidad, siguen siendo las mismas que cuando era víctima.
    Ser mujer, como sabemos, ya es el principal factor de riesgo, pero además si a esto le añadimos los roles y estereotipos de género, las creencias erróneas, los mitos relacionados con el favorecimiento hacia conductas violentas, cualquier entorno puede ser, no solo propicio, sino un disparador de profundas creencias que la convierte en alguien muy vulnerable.
    Pero además, una baja o nula autoestima, la falta de autonomía personal, la dependencia emocional con un maltratador o bien no han logrado desmitificar el amor romántico o amor protector que les han enseñado desde niñas: "Necesito alguien que me proteja, necesito alguien que tire de mí, ¿dónde voy a ir yo sola?", es muy probable que ella piense que necesita nuevamente, alguien fuerte, alguien que la proteja y sea capaz de tirar de ella.
Otro factor de riesgo para estas mujeres es haber presenciado o haber padecido malos tratos en en su familia de origen, con lo cual ha normalizado estos patrones de conducta, tanto de víctima como de maltratador. Por eso, aunque logre salir del círculo de violencia familiar, suele caer en la repetición de roles. La identificación con la figura maternal, la adopción de un rol sumiso, o haber vivido con una madre que consiente el maltrato provoca que lo único que haga este perfil de mujer sea recorrer el camino que ya conoce, aunque haya sido desagradable, aunque haya sido terrible.
    Otros factores que agravan la situación de vulnerabilidad de estas mujeres son la dependencia económica, entender que los hijos necesitan un padre, es decir la importancia de la figura masculina a todos los niveles, hace que la mujer crea necesario  tener pareja, sea cual sea el precio que esto suponga, cree que le favorece y por eso en muchas ocasiones repiten.
    Pero esto no es todo, aún hay otros factores mantenedores que se dan en esta situación…… No nos podemos olvidar de que ellos, los machistas violentos ya están ahí, que proliferan por doquier como corresponde a una sociedad patriarcal, que tiene mucho que ver son las condiciones que nos rodean, con el entorno, ya sean profesionales, sociales, incluso familiares y su posible influencia. Podríamos afirmar que son entornos propicios para que esto se dé.
    Que ninguna mujer se llame a engaño, que ninguna mujer sea manipulada, engañada o desprestigiada, con falsos dogmas patriarcales, sino que cuando percibas la más mínima señal, la más pequeña posibilidad de manifestación implícita o explícita de machismo en la pareja, tenga la información suficiente para detectarlo y no se pierda en veleidades y salga corriendo, sin detenerse en tratar de solucionar problemas que no le corresponden. 
    Porque ninguna mujer ha nacido para nodriza, ni una madre cuidadora de su pareja. Tampoco tiene la responsabilidad de hacerlo feliz. No tiene una varita mágica con la que poder cambiar aquello que le disgusta, ni es la protectora ni la salvadora de causas perdidas. Por eso, ninguna mujer ha de quedarse ahí, esperando un cambio que con toda probabilidad no va a producirse. Es demasiado arriesgado quedarse a comprobar si tenía razón. No merece la pena exponerse a hablar de una segunda o una tercera oportunidad.
    Mujer, sal de ahí cuanto antes y recuerda que permanecer junto a tu agresor es consentir, autorizar el dominio que ejerce sobre ti. Y hazlo todas las veces que sea necesario, cuando un nuevo machista violento se cruce en tu camino.  Te puede ir la vida en ello. Levántate sacúdete las rodillas, suéltate el pelo, levanta la barbilla y camina mujer, que delante de ti se abre todo un mundo de posibilidades.

 
 
  

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