domingo, noviembre 10, 2019

LA TRATA DE PERSONAS CON FINES DE EXPLOTACIÓN SEXUAL

El protocolo de Palermo entiende como trata de personas, la captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación; esa explotación puede consistir, como mínimo en la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las practicas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos. 
La trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una gravísima violación de los derechos humanos que constituye una forma moderna de esclavitud, es una de las formas más crueles de violencia de género y afecta principalmente a mujeres y niñas. La trata de personas al mismo tiempo, suele implicar la violación de otros derechos humanos. Si bien se cometen numerosos delitos durante la trata de personas que de por sí violan el derecho nacional e internacional, lo que la convierte en una violación de derechos humanos es la combinación del transporte forzado y la práctica de explotación en los lugares de tránsito y destino.
La trata de personas no es, por tanto, un evento aislado sino un fenómeno continuo, una sucesión de hechos conectados que se inician en un país, normalmente pasa por otros (países de tránsito) y deriva en un tercer país (de destino)

lunes, noviembre 04, 2019

LA VIOLENCIA DE GÉNERO COMO TELA DE ARAÑA

No le faltaba razón a Trinidad Soria cuando estableció la relación entre la violencia de género y el entramado que supone una tela de araña,  puntualizando que el movimiento para la salida no es lineal sino en espiral, incluyendo avances y retrocesos.
Cuando el maltratador ejerce un poder y un control tan fuertes sobre la víctima que la lleva a perder las riendas de su vida, esta, de forma inconsciente, se desplaza hacia el centro de la tela de araña. Aquí, los espacios de la red son pequeños, tupidos, pegajosos; es una especie de maraña que dificulta cualquier posibilidad de movimiento. Así, la víctima queda totalmente inmóvil y atrapada. En esta situación, no piensa en huir porque percibe la salida como imposible y aprovecha los escasos recursos materiales y/o psicológicos de que dispone para hacer soportable su atrapamiento, su cautiverio.
En definitiva, sobrevive.
En la medida que la víctima siente menos presión, menor control y dominio por parte del agresor, se desplaza en su movimiento avanzando hacia el borde de esa tela de araña. Aquí, mas afuera, los espacios entre los hilos se agrandan, hay mas hueco, mas claridad, lo que permite más libertad de movimiento y otra posibilidad de vislumbrar el exterior, de encontrar una salida. 
Pero que a semejanza de una mariposa -prosigue Trinidad Soria- atrapada en una tela de araña, la víctima, por cerca que esté de la salida, puede, en cualquier momento sufrir un fatal ataque. De hecho este riesgo persiste durante toda la relación e incluso después del cese de la misma. 

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