martes, noviembre 03, 2020

PERDONAR AL MALTRATADOR

Frecuentemente la mujer víctima de violencia de género  llega al siguiente planteamiento, 

“Me pide perdón llorando, tengo que darle otra oportunidad, por humanidad!!!”

Tras la fase de explosión en la que el maltratador ha descargado toda su violencia sobre la víctima, le invade el insoportable temor de que esta pueda abandonarlo y siente además tambalear su hombría.

Por eso, ya sea de manera inmediata o bien pasados unos días, se reactiva y aparece como "el nuevo hombre" y pone en marcha un mecanismo con el objetivo de recuperarla.

Para esto se vale de la estrategia del arrepentimiento y no duda en realizar todo tipo de juramentos, promesas y manifestaciones de calado suficiente que hagan conmover a la víctima. 

“Te prometo que voy a cambiar”, es el slogan que abandera todo maltratador que se precie.

Este arrepentimiento no es sino un acto más de conveniencia, un gesto que el agresor usa para su utilidad, para su beneficio y ventaja, motivado exclusivamente por el temor al cese de la relación, para evitar la separación,  la pérdida del vínculo con la pareja. Porque lo que realmente le complace y alimenta su ego de maltratador es mantenerla a su lado para seguir dominándola.

La víctima, si lo escucha, si lo cree, está perdida, porque ella lo interpretará como un “en el fondo, me ama, no puede vivir sin mí”,  y así, aferrándose al principio del amor romántico, renovará la esperanza de “salvar la relación”.


Es muy importante entender que un maltratador pide perdón  por las consecuencias de sus hechos, pero no por los hechos en sí mismos. El suyo es un arrepentimiento condicionado, interesado y perverso. En ningún caso es auténtico, ni un deseo de restaurar el daño causado, ni la más mínima intención de modificar  su conducta, porque en realidad, no hay arrepentimiento, no hay propósito de enmienda, por mucho que lo jure. 

El maltratador está seguro de haber actuado con total legitimidad, como corresponde a su nivel de hombría y mandan los cánones patriarcales y no tardará en volver a manifestar sus verdaderas intenciones. 

No hay que creer jamás en el arrepentimiento de un maltratador. La petición de perdón y sus exageradas muestras de arrepentimiento son dos eslabones más en la cadena de maltrato y forma parte del ciclo de la violencia característico de la violencia de género.

CAMBIAR AL MALTRATADOR

CORTAR LA RELACIÓN DE MALOS TRATOS

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