NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO
La amable mano, dulce en la caricia,
¿por qué se vuelve azote de castigo
capaz hasta de herir el cuerpo amigo
compañero de ayer en la delicia?
Por repetido, el hecho me desquicia
pues tal forma de ser no va conmigo.
Buscando explicación, sólo consigo
ver en ella locura o estulticia.
Acabe de una vez la cruel violencia
de tan absurdo mal comportamiento
propio de irracionales sin conciencia.
El respeto es, por norma, necesario
y despreciable el físico tormento
del fuerte sobre el débil. O al contrario.
Mi enhorabuena al autor de este soneto.