MARINA VALERO EFE MADRID
Hay chicos que controlan a su pareja a través de WhatsApp, sienten celos cuando ella sale de fiesta o incluso decretan qué ropa debe ponerse...Y muchas mujeres lo toleran. Tres expertas en violencia de género desvelan los discretos síntomas del machismo entre los jóvenes. Sutil, sigilosa y encubierta. Así es la conducta de algunos chicos que utilizan todas las armas a su alcance para controlar y someter a su pareja.
Para Remedios Menéndez, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Alcalá, hay un repunte de violencia machista psicológica que "quizá no se percibe como un claro insulto o menosprecio por el hecho de ser mujer, sino como acoso" a través de las redes sociales, por ejemplo. Twitter, Facebook y WhatsApp integran un "absoluto mecanismo de control" con riesgos que las chicas no perciben, tal y como afirma Marta del Pozo, profesora y doctora de Derecho Procesal de la Universidad de Salamanca: "Ellas asumen como algo normal que el novio censure su comportamiento, imponga su ropa, espíe su móvil o incluso no le deje espacio para estar con sus amigas", advierte.
Muchas jóvenes no solo consienten estas actitudes sino que las justifican bajo la creencia de que "los celos son una expresión del amor", tal y como indica María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación y directora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense. De acuerdo con el último estudio de Igualdad y Prevención de la violencia de género en la adolescencia, dirigido por Díaz-Aguado y presentado por el Ministerio de Igualdad en 2010, casi tres de cada diez chicas han escuchado con frecuencia aquello de "si está celoso, es que te quiere". "No entienden que un comportamiento posesivo es el caldo de cultivo de la violencia de género", añade Del Pozo. El mito del amor romántico contribuye a que las jóvenes no sepan detectar los síntomas: "El amor no lo puede todo y quien bien te quiere no te hará sufrir", precisa Díaz-Aguado.
La publicidad, los géneros musicales como el reggaeton o los fenómenos literarios comoCincuenta sombras de Grey o Crepúsculo refuerzan los estereotipos machistas y la posición sumisa de la mujer. Si las jóvenes no encuentran otro referente distinto al de la mujer "estupenda, dispuesta y sometida", ¿cómo van a imaginar que un novio controlador y autoritario sea antinatural?, plantea Del Pozo.
El machismo es aún más evidente en el terreno sexual. Tal y como afirma Menéndez, basta con escuchar los términos "sexistas y despectivos" con los que incluso ellas mismas califican a una mujer que decide estar con más de un chico en un breve período de tiempo. Del Pozo pone el acento en las mujeres que se pliegan a los deseos sexuales de su pareja: "cuando ellos marquen, con o sin protección". Según la profesora, "estamos retrocediendo en lo que habíamos conseguido". ¿Qué hacemos mal? "Pensar que el problema era más fácil de erradicar", lamenta Díaz-Aguado. La sociedad no ha entendido que la violencia machista se sigue transmitiendo "a través de sutilezas que no generan el mismo rechazo" que un bofetón, pero que pueden derivar en él.
La violencia de género puede acabar con la vida de la mujer, tal y como ocurrió el pasado 8 de octubre en Tárrega. Un joven de 18 años fue acusado de matar a su ex novia de 14. Del Pozo describe el perfil del maltratador Pitbull: "cuando el hombre atrapa, anula y controla a su presa y ésta intenta escapar, aprieta tanto las fauces que acaba asesinándola". En otras palabras, "si no es mía, no es de nadie". Las expertas coinciden en la necesidad de abordar el problema desde la escuela: educar en valores y enseñar a detectar los primeros indicios de una relación tóxica es crucial para "no ser como somos, sino como queremos ser: hombres y mujeres del siglo XXI".