Agresividad
y violencia, son dos conductas que frecuentemente solemos confundir y es
conveniente saber diferenciar cuando queremos determinar si existe maltrato o
no.
La
agresividad forma parte de la estrategia de afrontamiento de los seres humanos
a las amenazas externas. Es la respuesta adaptativa de la persona a su medio,
digamos que surge de forma natural, no intencionada. Es una conducta de
defensa, de evasión, de escape. Es supervivencia. Puede causar daño o no,
porque el objetivo no es otro que la
autodefensa.
Por el
contrario, la violencia es toda acción u omisión intencionada, dirigida, que cause
o pueda causar daño. Es una conducta aprendida en sociedades donde se justifica
su uso para resolver conflictos y controlar personas. Tiene un objetivo, un propósito, un carácter destructivo y busca una
consecuencia: el control de la conducta. La violencia, física o psicológica es
la estrategia que utiliza el más fuerte para controlar al más débil. Se da
cuando una persona en una situación de “superioridad”, pretende controlar,
dominar o manipular a otra. Por tanto, se puede hablar de abuso de poder y su
trayectoria suele ir, progresivamente, en aumento.
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