"Ser mujer es haber nacido como hembra de la especie humana. Es cuerpo, es biología, es naturaleza. Es sexo. El sexo no es ni bueno ni malo, es una realidad material. Pero en base a él se construye el género que nos oprime. Ese “llegar a ser mujer” patriarcal supone que:
Ser mujer es que mutilen tu cuerpo, desde agujeros en las orejas hasta la horrenda y criminal ablación del clítoris.
Ser mujer es que se ejerza un férreo control sobre tus capacidades sexuales y reproductivas.
Ser mujer es que te enseñen a avergonzarte de tu cuerpo, de necesitar arreglarlo porque parece que nacemos estropeadas de saber que tenemos una fecha de envasado cada vez más temprana y una fecha de caducidad cada vez más corta.
Ser mujer es haber recibido una educación formal e informal destinada a inferiorizarnos, someternos sexual (para uno o para muchos, según la suerte que hayas tenido) y reproductivamente.
Ser mujer es que nos hipersexualicen para cosificarnos y reducirnos a objetos que sólo sirven para satisfacer la sexualidad de los hombres.
Ser mujer es que apelen a nuestra naturaleza sexual, pero seamos nosotras las que debemos ser racionales y ponernos velo o ser recatadas para no soltar a la bestia que los hombres, tan racionales ellos, llevan dentro.
Ser mujer es que te conviertan en objeto pornográfico donde todo cabe: humillación, violencia, violación y asesinato, y que tengamos que fingir que eso nos gusta cuando es a ellos a quien complace vejarnos y violentarnos de todas las maneras imaginables e inimaginables.
Ser mujer es que llevemos sobre nuestros hombros el honor de la familia y muramos o nos maten para salvaguardarlo.
Ser mujer es que nos hayan metido en el ADN que vivimos para otros, que hacemos trabajos gratis por amor, que el amor todo lo puede, aunque acabe haciéndonos daño o matándonos.
Ser mujer es que nos traten con condescendencia cuando no con desprecio.
Ser mujer es soportar todo tipo de violencia masculina si osamos traspasar cualquiera de los límites que el Patriarcado nos impone.
Ser mujer es que haya espacios y tiempos que no nos pertenecen porque son peligrosos para nosotras.
Ser mujer es que nuestra seguridad, nuestra integridad y nuestra vida no estén nunca suficientemente garantizadas. Tanto si denunciamos (y entonces nos revictimizan) como si no denunciamos.
Ser mujer es que nos contraten menos. Si somos jóvenes porque estamos en edad fértil y si somos mayores por serlo.
Ser mujer es poseer el 1% de la tierra mientras que los hombres poseen el 99%.
Ser mujer es que nos remuneren menos por igual trabajo que los hombres.
Ser mujer es conocer de suelos pegajosos y techos de cristal.
Ser mujer es realizar gratuitamente la labor más valiosa de cualquier país: Gestar, criar y cuidar a su ciudadanía… y como premio, nos reduzcan la pensión por haber tenido que renunciar a ascensos o a una jornada completa o, incluso, renunciar al trabajo.
Ser mujer es que nos desprecien, acosen, marginen, nieguen, oculten o arrebaten nuestros méritos.
Ser mujer es necesitar cuotas para que no se sigan negando nuestros méritos. Porque si no existieran las cuotas, los hombres seguirían teniendo el 100% de todo. Lo que nunca, por cierto, les ha parecido abusivo.
Ser mujer es que te esperen callada porque si hablas serás ignorada, acusada de manipuladora o de mentirosa. Y si hablas bien, es esperar que se apropien de tus palabras y de tus ideas.
Ser mujer es que te invisibilicen en el lenguaje y no tener derecho a ser nombradas porque “ya estamos incluidas en el masculino” que es el genérico por votación popular…entre los hombres.
Ser mujer es aceptar que todos los colectivos discriminados son cosa nuestra, con la peculiaridad de que luchar contra nuestra opresión es permanentemente relegado, para dar prioridad a esos colectivos que jamás priorizan nuestros intereses frente a los suyos.
Ser mujer es ver con tristeza la traición de mujeres -tan alienadas por el patriarcado- que se creen sus mentiras, y que se sienten pagadas con una palmadita en la espalda, sin percatarse de que se las desprecia incluso más que a quienes luchamos contra su opresión.
Ser mujer es ver cómo al romperse el matrimonio, las instituciones se inventan todo tipo de falsos síndromes para consolidar la creencia de que mentimos o manipulamos (los hombres, en cambio, se ve que son seres de luz y no mienten ni manipulan nunca) y arrebatarnos a nuestra descendencia para favorecer a padres descuidados mientras hubo convivencia y que de repente tienen el “síndrome de la paternidad sobrevenida” para vengarse o para ahorrarse la pensión.
Ser mujer es ver cómo la justicia habla del interés superior de los y las menores, pero en realidad aplica el interés superior de los hombres.
Ser mujer es ser consciente de que la justicia es menos justicia para nosotras.
TODO ESO ES GÉNERO.
Y EL FEMINISMO es el movimiento revolucionario pacífico que se posiciona en contra de todas estas injusticias patriarcales que he relatado y otras tantas que podrían añadirse.
Y por eso no hace falta dar carnets de feminista. Porque es feminista quien reclama la abolición del género opresor, el fin de la explotación sexual y reproductiva, los derechos humanos de las mujeres, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en todos los órdenes (civil, laboral, económico, social, familiar...), nuestra dignidad y EL RESPETO que merecemos, que no es ni un ápice menos que el que merecen los hombres. Y nada para el feminismo debe ser más importante que todo esto. Esa es nuestra agenda.
RETROCEDER, NI PARA COGER IMPULSO!