http://blogs.20minutos.es/mas-de-la-mitad/ 28 de agosto de 2013
La violencia de género no es un problema desconocido para los jóvenes. Ya en el año 2010 un estudio del Ministerio de Igualdad y la Universidad Complutense de Madrid mostraba como un 76% de las chicas y un 65% de los chicos rechazaban abiertamente este tipo de violencia.
Sin embargo, pese a que muchos adolescentes afirman conocer la teoría, cada vez son más las jóvenes que acuden a los organismos dedicados a la ayuda a las víctimas de violencia de género. En el año 2012, según un informe de la fundación ANAR, 927 menores de edad llamaron a su teléfono. En total, un 17% más que en el año anterior. De ellas, un 58,9 % tenían 17 años; un 19,1% tenía 16 años, y un 12% tenían entre 13 y 14 años de edad.
Por tanto, una cosa es la teoría y otra, la práctica. Y es que aún predominan muchos referentes machistas, como las ideas de protección y control de la ‘joven desvalida’, en películas, libros y canciones (analicen la letra de ‘Every breath you take’ de The Police).
El conocido best-seller 50 sombras de Grey de la autora E.L. James es un ejemplo muy reciente. En este libro, vendido como un manual de liberación femenina, Christian Grey, un multimillonario sexy y dominante, cautiva a Anastasia, que para variar es torpe y poquilla cosa, siguiendo la estela de Bella en Crepúsculo de Stephenie Meyer.
Según un reciente estudio de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus (EEUU), Anastasia presenta un comportamiento típico de mujeres maltratadas con una ‘constante amenaza percibida, identidad perdida y ansiedad’.
Veamos un fragmento de un diálogo del libro:
—Anastasia, ¿dónde estás? Dímelo ahora mismo.
Su tono es tan… tan dictatorial. El controlador obsesivo de siempre. (…)
—Eres tan… dominante —le digo riéndome.
—Ana, contéstame: ¿dónde cojones estás?
No es para tomárselo a broma. Muchas adolescentes están recibiendo mensajes contradictorios que hacen difícil reconocer las situaciones de abuso, celos y acoso. No desconocen la teoría, pero no saben aplicarla. Quizá no permitan que el novio las pegue, pero sí que controle sus mensajes, las llame a todas horas, les pida que no se vistan de cierta manera… como en sus novelas favoritas.
Por poner más ejemplos, en Crepúsculo, Bella ama a un vampiro cuya máxima tentación es matarla. La joven hace las siguientes reflexiones: ‘Había una cosa que sabía a ciencia cierta. El amor concede el poder de destruirte’; ‘Tampoco importaba si no me quería. No importaba cuánto tiempo pudiera llegar a vivir, jamás podría llegar a querer a otro’ o ‘Si tu vida fuera todo lo que tuvieras que darle a tu amado, ¿cómo podrías negársela?’.
Con mensajes así, ¿cómo esperamos que haya coherencia en la ideas de las adolescentes? Obviamente, la solución no es prohibir su lectura, yo misma leí Crepúsculo con 15 años, pero sí fomentar una actitud crítica para no confundir el amor con la dependencia y la sumisión. Y crear nuevos modelos, para mujeres y para hombres, basados en el respeto y la igualdad.
Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Colaboradora del equipo de comunicación de Intermón Oxfam.
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