Los malos tratos hacia la mujer no suelen
terminar con el mero cese de la convivencia de la pareja, ni con la separación/divorcio, ni con la
denuncia y la orden de alejamiento. Los malos tratos generalmente, continúan
perpetrándose -de una u otra forma- a lo largo de mucho tiempo, en algunos
casos, a lo largo de muchos años.
Por eso, es frecuente que las
mujeres víctimas se pregunten durante mucho tiempo… Hasta cuando? Es que esto
no tiene final? Se cansará algún día?
Pero los malos tratos no son un recorrido, no son una trayectoria
ni un camino a recorrer, no un fin en sí mismos. Los malos tratos es la
herramienta, el medio, el método que usa el maltratador para imponer su
criterio y seguir castigando la falta de obediencia a sus principios de una
mujer que él considera una cosa de su propiedad. Y si no puede implantar su
terror de manera directa, lo hace a distancia, o a través de terceros
(normalmente hijos/as). En fin, lo hace
como puede, pero lo hace y lo seguirá haciendo.
Y esto es así invariablemente, ya sea de una forma
abierta o soterradamente, aun cuando los propios Tribunales de Justicia lo
hayan condenado. Tratará -siempre- de
encontrar una fisura por donde colarse en la vida de la víctima. Y lo llevará a cabo siempre que pueda, con
total naturalidad porque es algo para lo que se siente legitimado, es decir, él
considera que tiene derecho a hacer lo que hace. Y por si esto fuera poco, la estructura
mental del maltratador es tan rígida que podemos afirmar que es prácticamente
imposible que varíe ni un ápice.
Y es que el maltratador no puede
vivir de otra forma, no sabe ser de otra manera. Necesita acechar y palpar el
miedo que es capaz de infundir a la víctima para renovar esa hombría que ella
ha puesto en entredicho al romper la traza que él le había marcado.
“Tu miedo y tu dolor son mi vitamina”,
decía un maltratador.
Como las alimañas, el maltratador se
alimenta del poder que impone, del dolor que genera, de la sangre que succiona.
El dolor de la víctima garantiza su triunfo, su supervivencia. Y son estos unos
hechos que no admiten cambios.
***
Mujer…
Tú ya lo conoces y sabes lo
caro que se paga contradecirle. No busques la lógica en su comportamiento, no
busques más razonamientos porque el propio maltrato es su lógica y su razón de
ser. Es más, a estas alturas ya no debería asombrarte su comportamiento tiránico
y canalla.
Viniendo de él, no esperes jamás otra cosa que no sea la continua
manifestación de su maldad infinita, ni te asombres de lo que te haga llegar, porque su
cometido no es otro que masacrarte. Digamos que vive para ello, que se alimenta de ello. Y lo llevará a cabo
sin reparar ni en el fondo ni en las formas, aunque se juegue la vida. Y esto es así porque lo contrario le produce una
profunda frustración y una gran asfixia.
Si eres capaz de entender este
mecanismo, sufrirás mucho menos y sobre todo, entenderás lo inútil que esperar
el cambio que nunca llegará.
No le des la satisfacción de que consiga el
objetivo de torturarte.
Es inútil cualquier intento por tu parte de “entender”
la situación. No podrás y habrás agotado todas tus energías, toda tu fuerza, toda
tu voluntad y te vencerá tanta frustración porque solo obtendrás lo mismo
repetido.
Es mucho más práctico que el cambio
se produzca en ti, que comiences a ver las cosas de forma diferente. Es mucho mejor que canalices tu energía
interior hacia ti misma, que inviertas en ti, en vivir o en sobrevivir, en
quererte, en crecer, en convertirte en una mujer tan fuerte, tan poderosa, con
tanta firmeza que seas capaz de ver su maldad como lo que es, como la patética reacción
de un vulgar maltratador.
Tu cambio, hará de ti una mujer tan
fuerte, que ya no te queden fisuras por donde pueda colarse ni un soplo de sus
perversas intenciones.
Es un
aprendizaje, inténtalo, poco a poco, a pequeñas dosis, verás como lo consigues.
Cuídate y recuerda siempre que lo
que consigas no solo será un logro personal, sino que se hará extensivo,
automáticamente a todas las mujeres, algo de lo que algún día, te sentirás muy
orgullosa.
"Aunque nada cambie, si yo
cambio, todo cambia."
HONORÉ DE BALZAC