jueves, agosto 25, 2011

EL MALTRATADOR: Un enemigo en casa


EL MALTRATADOR: Un enemigo en casa

La mujer es un objeto de su propiedad y como tal ha de someterse a su voluntad. Si se le ocurre rebelarse, trata de “enderezarla” mediante la violencia. Esta es la mecánica de la conducta del maltratador. Un hombre celoso, posesivo y controlador, que actúa como si tuviese una especie de derecho natural para degradar y dominar a su pareja.
Pero el maltratador es, al mismo tiempo, un seductor, un conquistador, artes que maneja extraordinariamente para atraer a sus víctimas hacia su propio terreno cuando es menester. Y es precisamente esta dualidad, esta especie de ambivalencia afectiva lo que crea una peligrosa dependencia en estas relaciones.
La mayoría de estos hombres tienden a minimizar los efectos de su conducta, recurriendo a la mentira y nunca se reconocen como maltratadores. El complejo de inferioridad y la poca autoestima que suelen tener, convierten cualquier opinión contraria, que no se ajuste a su punto de vista, en una ofensa a su virilidad. Un sentimiento de humillación que quieren eludir a toda costa. Para ello, optan por el extremo contrario y buscan en la violencia hacia su pareja un poder que se les niega en la calle. Por eso no se resignan a perderlas.
Y así, imponen su criterio con fuerza, con violencia. Son expertos manipulando el dinero, la autoestima y también la culpa en su pareja. Mezclan grandes actos de generosidad con otros de extrema ruindad. El agresor se crece, se nutre de la agresión porque le genera la adrenalina que le ayuda a vivir. Son retos a superar, juegos que ganar, por eso la provoca con la mínima razón.
Su violencia hacia la víctima, no sólo es física, porque no le es suficiente con atacar el cuerpo. También ataca al alma, a su esencia de persona, devastando y destruyendo cuanto encuentra a su paso. Su actuación es impredecible así como las causas que provocan su ira ciega. Por eso es muy difícil esquivarlos.

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