LA INDEFENSIÓN APRENDIDA
El síndrome de la indefensión aprendida o adquirida, denominada también síndrome de desesperanza inducida, es una condición psicológica en la que una persona aprende a creer que está indefensa, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga por mejorar la situación es totalmente inútil. Como resultado de un proceso continuado sistemático de violencia, la víctima permanece pasiva frente a una situación dolorosa o dañina, incluso cuando dispone de la posibilidad de cambiar tales circunstancias. A pesar de esto, son muchas las víctimas de maltrato condenadas a oír, cómo se les cuestiona por el hecho de creer y seguir a sus propios agresores.
Desconocer la complejidad en el tema, muchas veces nos impide comprender qué ocurre en la mente de las mujeres sometidas a una violencia recurrente. Los expertos refieren este síndrome como una “adaptación psicológica”, una salida posible que encontraron las víctimas para procesar tanto dolor: Cuando se ha sufrido violencia - en todas sus manifestaciones - ciertas situaciones se presentan como “sin salida” y antes de intentar cualquier acción para revertirla, se asumen como tal, en el pleno convencimiento de que nada ya puede hacerse para mejorar dicha realidad y que no hay otra salida que la adaptación…
El más perfecto estado de la indefensión o adaptación es aquel que –cargado de desesperanza- conlleva la renuncia al intento mismo del cambio.
El síndrome de la indefensión aprendida o adquirida, denominada también síndrome de desesperanza inducida, es una condición psicológica en la que una persona aprende a creer que está indefensa, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga por mejorar la situación es totalmente inútil. Como resultado de un proceso continuado sistemático de violencia, la víctima permanece pasiva frente a una situación dolorosa o dañina, incluso cuando dispone de la posibilidad de cambiar tales circunstancias. A pesar de esto, son muchas las víctimas de maltrato condenadas a oír, cómo se les cuestiona por el hecho de creer y seguir a sus propios agresores.
Desconocer la complejidad en el tema, muchas veces nos impide comprender qué ocurre en la mente de las mujeres sometidas a una violencia recurrente. Los expertos refieren este síndrome como una “adaptación psicológica”, una salida posible que encontraron las víctimas para procesar tanto dolor: Cuando se ha sufrido violencia - en todas sus manifestaciones - ciertas situaciones se presentan como “sin salida” y antes de intentar cualquier acción para revertirla, se asumen como tal, en el pleno convencimiento de que nada ya puede hacerse para mejorar dicha realidad y que no hay otra salida que la adaptación…
El más perfecto estado de la indefensión o adaptación es aquel que –cargado de desesperanza- conlleva la renuncia al intento mismo del cambio.