domingo, enero 05, 2025

PELICOT, PUNTA DE UN SINIESTRO ICEBERG, extraordinario artículo de Pilar Aguilar Carrasco

Las feministas conocemos las cifras de denuncias por abusos sexuales. Son espeluznantes. Más aún porque sabemos que la mayoría de los casos no se denuncian. Tenemos conciencia, pues, de la ferocidad y brutalidad del sistema patriarcal. Pero, incluso a nosotras, la multitudinaria violación de Gisèle organizada por su exmarido nos ha helado la sangre. Por su crueldad y vileza, claro, pero, además, porque hemos descubierto que no es, ni mucho menos, un caso raro, ni aislado, ni excepcional.
A las feministas se nos acusa de ser unas exageradas extremistas. Y resulta que no, que nos quedamos cortas, que la misógina, la violencia, la deshumanización, la brutalidad contra las mujeres está mucho más normalizada y extendida de lo que incluso nosotras pensamos.
O sea, lo excepcional e insólito de este caso es que haya salido a la luz pública, no el hecho en sí. Porque, veamos: en un radio de menos de 50 km, un desalmado encuentra sin dificultad un centenar de otros 100 desalmados dispuestos a violar (de los que solo se han podido identificar 51). Esto ha ocurrido en un departamento con una densidad media de población de entre 150 y 160 habitantes por kilómetro cuadrado. Y claro, de esa cifra de habitantes hay que descontar a las mujeres -más de la mitad- y, de la mitad restante, hay que sustraer niños y ancianos sin movilidad. Conclusión: en cualquier zona “normal” de un país supuestamente civilizado, hay un porcentaje aterrador de violadores.


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