Nadie duda, nadie puede dudar de que la violencia circula en nuestra sociedad en todas las direcciones.
Pero el maltrato a la mujer, la violencia de género es otra cosa, no te
confundas.
¿Y sabes por qué?
Porque es un maltrato que tiene su propia naturaleza,
sus propios rasgos identificativos es decir, unas características específicas que
la hacen diferente de los otros malos tratos, de las otras violencias.
Porque es una violencia basada en las tradicionales e
históricas relaciones de poder del hombre sobre la mujer como expresión máxima de
desigualdad.
Porque es una violencia unidireccional que usa el hombre contra la mujer como manifestación de poder para imponer su supremacía, mantener sus privilegios, para reivindicar su hombría; violencia que es la excelencia del machismo y que hunde sus raíces en 6000 años de historia.
Porque cuando hablamos de violencia de género, de
violencia machista, de violencia hacia la mujer hablamos de una violencia
ideológica, estructural, sistémica, transversal, instrumental…violencia como
herramienta de control y dominio; que no es ocasional, que no es espontánea y que es mantenida en el tiempo. Una violencia correctiva, aleccionadora, con un
mensaje implícito, que sigue un ciclo muy concreto que se repite absolutamente en
todos los casos.
Por eso, porque es una violencia diferente tiene una legislación específica y es administrada por juristas y profesionales especializados.
Las Naciones Unidas la reconoce como problema
social porque atenta contra los derechos humanos de las mujeres y las niñas y así
lo respalda y lo ampara el ordenamiento jurídico nacional e internacional.
Por consiguiente, mezclar conceptos, amalgamar
definiciones es tanto como enmascarar la realidad, es obviar la evidencia y es
un peligroso ejercicio de irresponsabilidad.
La violencia por razón de género ha costado la
vida en este país a 1165 mujeres en los últimos 19 años, mujeres que
fueron asesinadas por una razón, por una causa por la que no hubiera sido
asesinado un hombre.