La prostitución no es el ejercicio de libertad personal de una mujer. La prostitución es el derecho que tiene cualquier hombre de poder adquirir y dominar el cuerpo de una mujer en la forma que más complace a su hombría.
La prostitución viene a dar respuesta a una demanda machista estructural, ampliamente generalizada y justificada por la cultura patriarcal. No es sexo de pago, sino la más miserable manifestación de poder sobre la mujer, mejor cuanto más vulnerable.
Es por tanto, violencia.
Y es un acto de peligrosa hipocresía decir que se es feminista
y al mismo tiempo estar a favor de las estructuras patriarcales más radicales.
Y es una falta de coherencia atroz luchar contra la violencia
de género y al mismo tiempo apoyar conductas que han sido creadas ex profeso como
herramientas de satisfacción exclusiva del hombre que ha pagado por dominar a
una mujer.