Amelia Valcarcel acuñó el término «espejismo de la igualdad» para referirse a la idea, ciertamente extendida, de que la igualdad entre hombres y mujeres ya es una realidad. Al aceptar esa supuesta igualdad se llega a la conclusión de que no es necesario impulsar más medidas para mejorar la situación de las mujeres. Incluso se rechazan medidas ya establecidas asegurando que ya no tienen sentido o que incluso son discriminatorias hacia los hombres.
La realidad es, sin embargo, mucho más tozuda, y toda una Historia de desigualdad y opresión hacia las mujeres no ha cambiado de la noche a la mañana. Aunque los progresos promovidos por los movimientos feministas han sido muchos en todo el mundo, no puede decirse que se haya cambiado todo. No cuando la base de valores y normas (no solo las legislativas) de las sociedades siguen siendo patriarcales y basadas en una disyuntiva mujer-hombre para dividir las funciones, empleos e incluso formas de vivir. A todo ello hay que sumar otras discriminaciones relacionadas como las que implican a la orientación sexual, origen, edades, etc.
Estos son algunos de los datos que nos indican que la igualdad aún no es una realidad:
■ 1 de cada 3 mujeres sufre violencia física y/o sexual en todo el mundo
■ El 46% de las noticias refuerza los estereotipos de género
■ En los parlamentos solo hay un 22% de diputadas, de promedio, en todo el mundo.
■ Solo un 6,9% de las jefas de estado o de gobierno son mujeres.
■ Las mujeres ganan un 24% menos que los hombres en todo el mundo.
■ Por cada hora que los hombres dedican a tareas domésticas las mujeres dedican tres.
■ Solo un 24% de los puestos de alta dirección en empresas está ocupado por mujeres
■ Solo un 43% de los países tienen algún tipo de legislación sobre permiso de paternidad
■ Para el 30% de las mujeres su primer experiencia sexual fue forzada
■ Más de 4 millones de mujeres son explotadas sexualmente en todo el mundo