viernes, agosto 11, 2017

A PROPÓSITO DE JUANA RIVAS

"Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan" José Martí  

El 4 de diciembre de 1997, hace unos 20 años, otra mujer, por cierto, también granaína, desafió a su agresor, a la sociedad y a la propia Justicia que la condenó a compartir vivienda con su maltratador. 
Ana Orantes se vistió de rojo y contó su vida repleta de malos tratos en un plató de Canal Sur ante miles de espectadores. Ese gesto le costó la vida. Su ex esposo le prendió fuego y la quemó viva delante de uno de sus hijos.
El nombre de esta mujer ha pasado a la historia del feminismo de este país, porque aquel hecho conmocionó tanto y generó tantas protestas, movilizaciones y denuncias que los poderes públicos se vieron obligados a dar respuesta a la demanda social. En el año 2003 se reformó el Código Penal en materia de violencia doméstica y en el año 2004, como sabemos, se promulgó la Ley Integral sobre violencia de género. 
Se puede decir que en este país hubo un antes y un después del caso Ana Orantes, en el tratamiento y la consideración social de los malos tratos, como sin lugar a dudas lo habrá con el caso Juana Rivas quien además, tiene precedentes en otras mujeres como María Salmerón.

Que Juana Rivas está contraviniendo una orden judicial? Naturalmente. Eso ya lo sabemos. 
Pero que poquito sabemos, de tantas resoluciones y dictados judiciales que, con su justo y aséptico protocolo, con todo su revestimiento legal han facilitado al maltratador acabar con la vida de la víctima y/o sus hijos.  

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