El sábado pasado, el sol se instaló en casa para quedarse. Esa mañana de diciembre, un par de amigos, Cara de Luna y yo pusimos fin a una etapa que ha durado una eternidad.
Atrás quedaron unos meses en un lugar que, al principio fue refugio, luego se convirtió en algo de lo que había que irse. Al despedirme de todos aquellas que conocí allí,...mujeres que, sin quererlo, nos unía el mismo dolor, la misma gana de salir del pozo, la lucha,...sentí que algo se había terminado.
El sábado pasado fue un día de risas, cargando cajas, maletas,...dos sillas, dos mesas, una estantería y toda la felicidad del mundo. Lo empaquetamos todo en tres coches y a Cara de Luna se le alegró el alma cuando le dije que Santa Claus nos había traído una casa como regalo,....A la mañana siguiente, Cara de Luna se sentía tan libre que correteó desnuda por la casa. Libre, así la quiero ver siempre. Que el aire le golpee el alma.
La casa, llena de luz, de calor, de paz,...y de buen sentimiento,...es el lugar perfecto para empezar de nuevo. Y desde nuestro balcón, si cierras los ojos, se alcanza a ver el mar.