La causa mas común de
daños duraderos a la autoestima es ser víctima, de forma continuada, de la
violencia cruel e intencionada por parte de nuestros semejantes. Estas experiencias
traumáticas persistentes suelen ocurrir en ámbitos en los que las personas no
pueden escapar de sus agresores, bien sea por razones físicas, bien por causas
psicológicas, económicas o sociales. Por ejemplo en el hogar familiar….
Además de daños
corporales, la violencia familiar duradera causa en las víctimas graves
trastornos de identidad, destruye la confianza en sí mismas y desfigura el
significado de su existencia, al descomponer el sistema de normas y principios
que dan sentido a la vida.
Un factor que a menudo
agrava el daño a la autoestima es la propensión tan extendida a culpar a la
víctima de su propia desdicha. Esta tendencia se nutre del viejo y manido
razonamiento de que la agresión masculina en la pareja satisface la “necesidad
de sufrir” de la mujer, a quien se achaca una personalidad masoquista,
dependiente y perdedora. Este disparatado razonamiento está tan extendido que
no faltan profesionales de la salud mental que consideren el masoquismo, o
supuesto placer que experimentan algunas personas al verse maltratadas o
humilladas, un rasgo típicamente femenino.
Como consecuencia, la
autoestima de las mujeres maltratadas, se hunde aún mas ante la abrumadora
disparidad que sienten entre su traumática experiencia real y la interpretación
despiadada que hacen otros de esa realidad.
Lo peor es que
demasiadas víctimas se ven obligadas a elegir entre mantener su propio juicio o
aislarse de los demás, precisamente cuando necesitan mas apoyo emocional.