ANTES DE SER ASESINADAS
Otro asesinato machista más, esta vez en Sevilla, ha teñido de sangre a la sociedad, porque la sangre de las mujeres asesinadas cae sobre la sociedad y reclama una respuesta más enérgica y eficaz para acabar con esa violencia machista, que este año se ha cobrado más victimas que el año pasado.
Y una vez una historia parecida a la de la inmensa mayoria de los mujeres asesinadas este año: malos tratos anteriores, lesiones y ausencia de denuncias. Un medio de comunicación tituló un reportaje de este modo: muertas antes de asesinadas. Y este es el problema crucial de las noticias sangrientas de asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas: una historia de golpes, humillaciones, esclavitud, “muerte para la vida y la dignidad”. ¿Denunciar?
Las instituciones oficiales volverán a llamar la atención sobre la necesidad de denunciar para poner en marcha las medidas de protección. Hay que examinar a fondo las reticencias a denunciar por parte de las mujeres maltratadas. Solamente ese examen profundo nos permitirá arbitrar medios eficaces de protección incluso anteriores a la denuncia. Insistir en la necesidad de denunciar sin ofrecer medios e instrumentos para que las mujeres maltratadas se decidan a ello, me parece campaña baldía.
Y las mujeres son reticentes a denunciar porque dentro de ellas permanece la perplejidad entre defender sus derechos como persona y defender la familia y los hijos. Facilitemos a las mujeres maltratadas el consejo y el asesoramiento para la solución de sus dudas, y hagámoslo sin la perentoriedad de exigir una denuncia oficial.
Y las mujeres son reticentes a denunciar porque tienen recelo de que se les tache de falsarias o que procuran encontrar atajos para la separación o beneficios sociales y económicos. Es precisa una actuación enérgica contra quienes andan empeñados en una campaña maledicente sobre las denuncias falsas de las mujeres. Hay que exigirles pruebas fehacientes, y si carecen de ellas, que la justicia actúe con todos los medios a su alcance. Hay que hacer llegar a la toda la sociedad que se esta haciendo daño a las mujeres con “la falsedad de las denuncias falsas”.
Y, siendo las mujeres reticentes a denunciar, activemos los Servicios Sociales –mayor profesionalidad y eficacia- para que pongan en marcha alertas y detecten la existencia de maltrato hacia esta o aquella mujer. Es posible, pero, por desgracia, el silencio de actuaciones de los distintos organismos sociales de atención a la mujer en los casos de asesinato esta presente. Hay que publicar, hay que realizar estudios e informes, hay que formar…¡hay que actuar dia a dia, barrio a barrio, calle a calle!
Y, ante la reticencia de las mujeres a denunciar, los familiares, amigos, compañeros y vecinos tienen que dar un paso al frente: que alerten a los organismos competentes de la existencia de malos tratos. Que no se les exija presentar una denuncia formal, pues tal exigencia impide, en muchos casos, un paso al frente
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Otro asesinato machista más, esta vez en Sevilla, ha teñido de sangre a la sociedad, porque la sangre de las mujeres asesinadas cae sobre la sociedad y reclama una respuesta más enérgica y eficaz para acabar con esa violencia machista, que este año se ha cobrado más victimas que el año pasado.
Y una vez una historia parecida a la de la inmensa mayoria de los mujeres asesinadas este año: malos tratos anteriores, lesiones y ausencia de denuncias. Un medio de comunicación tituló un reportaje de este modo: muertas antes de asesinadas. Y este es el problema crucial de las noticias sangrientas de asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas: una historia de golpes, humillaciones, esclavitud, “muerte para la vida y la dignidad”. ¿Denunciar?
Las instituciones oficiales volverán a llamar la atención sobre la necesidad de denunciar para poner en marcha las medidas de protección. Hay que examinar a fondo las reticencias a denunciar por parte de las mujeres maltratadas. Solamente ese examen profundo nos permitirá arbitrar medios eficaces de protección incluso anteriores a la denuncia. Insistir en la necesidad de denunciar sin ofrecer medios e instrumentos para que las mujeres maltratadas se decidan a ello, me parece campaña baldía.
Y las mujeres son reticentes a denunciar porque dentro de ellas permanece la perplejidad entre defender sus derechos como persona y defender la familia y los hijos. Facilitemos a las mujeres maltratadas el consejo y el asesoramiento para la solución de sus dudas, y hagámoslo sin la perentoriedad de exigir una denuncia oficial.
Y las mujeres son reticentes a denunciar porque tienen recelo de que se les tache de falsarias o que procuran encontrar atajos para la separación o beneficios sociales y económicos. Es precisa una actuación enérgica contra quienes andan empeñados en una campaña maledicente sobre las denuncias falsas de las mujeres. Hay que exigirles pruebas fehacientes, y si carecen de ellas, que la justicia actúe con todos los medios a su alcance. Hay que hacer llegar a la toda la sociedad que se esta haciendo daño a las mujeres con “la falsedad de las denuncias falsas”.
Y, siendo las mujeres reticentes a denunciar, activemos los Servicios Sociales –mayor profesionalidad y eficacia- para que pongan en marcha alertas y detecten la existencia de maltrato hacia esta o aquella mujer. Es posible, pero, por desgracia, el silencio de actuaciones de los distintos organismos sociales de atención a la mujer en los casos de asesinato esta presente. Hay que publicar, hay que realizar estudios e informes, hay que formar…¡hay que actuar dia a dia, barrio a barrio, calle a calle!
Y, ante la reticencia de las mujeres a denunciar, los familiares, amigos, compañeros y vecinos tienen que dar un paso al frente: que alerten a los organismos competentes de la existencia de malos tratos. Que no se les exija presentar una denuncia formal, pues tal exigencia impide, en muchos casos, un paso al frente
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