sábado, febrero 05, 2011

EL SILENCIO: OTRA CÁRCEL DEL MALTRATO, por María R. Sahuquillo. El país, 05-02-2011

EL SILENCIO: OTRA CÁRCEL DEL MALTRATO

Más de un 12% de los procedimientos judiciales abiertos por violencia de género no pueden seguir su curso porque la víctima decide no declarar contra su agresor. Para ello, la mujer se acoge al artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, el conocido como la dispensa, que exonera a "los parientes del procesado en línea directa ascendente y descendente [padres e hijos], su cónyuge o persona unida por relación de hecho análoga a la matrimonial (...)" de prestar declaración contra él. El precepto, que data del siglo XIX, fue ideado para que personas tan cercanas al acusado no se vieran en la tesitura de tener que declarar algo que pudiera incriminarle. El artículo, pensado para casos de estafa, robo o asesinato, se aplica ahora también a las propias testigos-víctimas de violencia machista que, en la mayoría de los casos, son quienes han iniciado el procedimiento judicial del que después se retiran.
La dispensa se ha convertido para algunos expertos, en los casos de violencia de género, en un mecanismo perverso. Esas voces, entre las que se encuentran jueces, fiscales y asociaciones de mujeres, sostienen que puede ser utilizada por la parte contraria para presionar a la mujer -muchas veces ya psicológicamente muy dañada- para que no declare en el juicio. La advertencia no es baladí ya que en gran parte de los casos de violencia machista las únicas pruebas que hay para sustentar el procedimiento son los testimonios de la víctima y del supuesto agresor. Sin el primero, es probable que el caso no pueda seguir su curso. Consciente de esa realidad, el Consejo General del Poder Judicial plantea ahora eliminar esa dispensa en los casos de violencia machista. Una propuesta largamente debatida en los círculos judiciales, que también reclama, y desde hace tiempo la Fiscalía General del Estado.
Pero, ¿qué hacer y cómo? ¿Se puede (y debe) obligar a una víctima de malos tratos a declarar? Es una opción que algunos expertos estiman aberrante. Otros, sin embargo, consideran que no hacerlo crea una situación de desprotección mayor hacia la víctima.
Mientras, el problema se vive día a día en los juzgados de violencia de género de toda España. Y es grave. El número de mujeres que inició un proceso judicial por malos tratos y que ha renunciado a seguir adelante con él ha crecido un 46,4% desde 2007, según datos del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El último informe de este organismo apunta que los sobreseimientos de los procedimientos dictados en los juzgados especializados en estos delitos han aumentado un 137%. La presidenta del Observatorio, la magistrada Inmaculada Montalbán, achaca ese incremento sobre todo al uso de la dispensa.
"El juez tiene la obligación de informar a la mujer de que si no quiere prestar declaración contra su agresor está dispensada de hacerlo. Si no hace este aviso, el proceso no es válido. Y es en ese momento cuando a la mujer, que después de pensárselo mucho ha logrado dar el paso y poner una denuncia, le vuelven a aparecer los fantasmas, las dudas", sostiene Montalbán, que opina que en los casos de violencia de género la dispensa puede suponer para la mujer un elemento disuasorio de seguir adelante con la acusación.
¿Qué lleva a una mujer a retirar -en muchos casos una y otra vez- las denuncias contra su agresor? ¿Por qué deciden no seguir adelante con el proceso? "El problema es que aunque haya conseguido vencer sus miedos y dar el paso, la mujer no suele estar preparada para denunciar", explica Ana Bella Estévez, superviviente de malos tratos durante 11 años y miembro de la asociación de ayuda que lleva su nombre. "Para las mujeres es difícil declarar contra una persona a la que quieren y que las tiene en esa cárcel que es el maltrato", explica. El vínculo, la dependencia emocional, el miedo, los hijos... pesan para muchas como una losa. Y en su balanza personal, desajustada por años de golpes e insultos, lo hacen más que la protección que ofrece el estado.
Estévez cree que no debería obligarse a la mujer a declarar contra su agresor. Tampoco los expertos del CGPJ, que consideran que la dispensa debería eliminarse en los casos de violencia de género pero que si finalmente la mujer decide no declarar no debería caer sobre ella el peso de la ley. "Se trata de eliminar obstáculos para las víctimas pero estas no pueden sufrir un perjuicio añadido", incide Montalbán.
Soledad Cazorla, Fiscal Delegada de Violencia de Género, se muestra también partidaria de que el artículo 416 no se pueda emplear en los casos de violencia machista cuando sea la mujer quien haya denunciado. Sin embargo, cree que, como en cualquier otro delito público -como es el de malos tratos, en el que no es posible que la víctima perdone al agresor y el caso se sigue de oficio-, el testigo debe prestar declaración. "La dispensa se está usando como una fórmula para mediatizar a la mujer. En muchos casos el maltratador o las familias la coaccionan para que no continúe con su decisión", explica Cazorla, que se encuentra a diario con casos que no pueden seguir su curso porque la mujer se retira del proceso.
La fiscal cuenta que hay mujeres que llegan a decir que han mentido al acusar, incriminándose, para que su agresor no sea condenado. "Si la mujer ha denunciado, desde el momento en que ha puesto en conocimiento de la justicia un hecho criminal, debe declarar. Es un exceso de garantismo que no lo haga", dice. Y añade tajante: "¿No estamos persiguiendo un delito público que afecta a la sociedad? ¿Y luego estamos dispensando de declarar? La mujer no es una incapaz, tiene derechos y obligaciones. ¿Solidaridad familiar [punto en que se sustenta el 416] cuando has denunciado a tu maltratador?".
Hace unos meses la Audiencia Provincial de Tarragona se encontró con un caso que ilustra la preocupación de jueces y fiscales por el uso de la dispensa. En esa ocasión el juez se vio obligado a absolver a un acusado de un delito de malos tratos porque su esposa se acogió al artículo 416 para no declarar contra él, y su testimonio era la prueba fundamental del caso. En cualquier otra ocasión el procedimiento se habría terminado. Sin embargo, finalmente, el juez condenó al procesado por un delito de agresión en la que el hijo común del matrimonio -que sí declaró- estuvo presente.
"La no colaboración de las mujeres agredidas significa muchas veces la impunidad del agresor", analiza la abogada de familia y miembro de la Comisión de Investigación de Malos Tratos Consuelo Abril. "¡No puedes defender en un en un juicio a alguien atentando contra ti misma!", clama.
El delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente, pide que para entender la necesidad de eliminar la dispensa en los casos de violencia de género se ponga el foco sobre el agresor en lugar de sobre la víctima. "Si lo hacemos podríamos preguntarnos qué derecho tiene un maltratador de verse beneficiado por la renuncia de la mujer a la que ha maltratado. Es una lectura distorsionada usar ese elemento legal, que nunca estuvo pensado para ello, para proteger a su agresor", dice. Sostiene que la dispensa, en esos casos, es una "incongruencia normativa". "Ningún delincuente de un delito público, como es el de lesiones, tiene el privilegio de que la víctima no declare contra él", añade.
¿Cómo reformar la ley? Los expertos del CGPJ proponen una medida alternativa que no suponga obligar a la mujer a declarar, pero que permita que el procedimiento siga su curso si la mujer se niega a hablar. Piden que sean válidas en el juicio oral las declaraciones que la víctima hace en la instrucción del caso. Una medida que tanto Estevez como Lorente ven acertada, pero que Cazorla no comparte. La fiscal no está de acuerdo con que solo esa declaración pueda usarse como prueba.
Pero el delegado del Gobierno va más allá: "Habría que investigar por qué la mujer se retira del proceso. Puede que tras de esa decisión, además del miedo y el enganche emocional con el agresor, haya también amenazas", dice. Cree, además, que el que la maltratada no quiera declarar debe ser considerado como una consecuencia de la violencia a la que es sometida y que por tanto no se las puede obligar a prestar de nuevo testimonio. "Una opción sería darle tiempo a la mujer para que se recupere, se restablezca y salga de esa situación de la violencia. Y que luego declare", propone.
Estévez, desde la experiencia de años de malos tratos y peregrinaje para salir de ellos, cree que lo que es perverso es el sistema. Si no se cambia, dice, las mujeres se seguirán retirando del proceso: "Debe haber mecanismos para que la mujer se enfrente al juicio y a la denuncia cuando haya salido de la violencia y se haya reconstruido como persona. Si no, aunque haya decidido un día dar el paso, lo más probable es que el siguiente se eche atrás, porque sigue en la cárcel del maltrato".

miércoles, febrero 02, 2011

LOS MITOS DE LOS MALOS TRATOS

  • “Un hombre no maltrata porque sí; ella también habrá hecho algo para provocarle”
Esta creencia es una de las más arraigadas y viene a afirmar que la mujer es la responsable directa del comportamiento violento del hombre sobre ella. Se piensa que tanto ella como él, se agreden mutuamente, la mujer de forma verbal y el hombre físicamente, siendo entonces la única diferencia la forma de ejercer la violencia, pero que en realidad ambos son agresores, ambos son víctimas.
Tenemos aquí pues, una justificación, una explicación al comportamiento violento del hombre.
La realidad afirma todo lo contrario. La mujer maltratada reprime su rabia e intenta evitar las agresiones adoptando comportamientos totalmente pasivos como el de someterse a los deseos del hombre, darle la razón y no cuestionarle como medida para evitar más reacciones violentas.
  • “Si una mujer es maltratada continuamente, la culpa es suya por seguir conviviendo con ese hombre… lo que tiene que hacer es separarse”
Otra falsa creencia que responsabiliza a la mujer de la situación de malos tratos. Las razones por las que una mujer maltratada decide seguir conviviendo con su agresor son múltiples y complejas y es fundamental, por tanto, conocerlas para no caer en la actitud de culpar a la víctima. Relacionamos algunas de las razones por las que la víctima se mantiene en este tipo de relación:
Porque cree que en realidad su pareja no quiere hacerle daño, que en el fondo la quiere y que si la maltrata es sólo porque tiene problemas que ella debe ayudar a solventar.
Porque cree que su pareja cambiará. Es muy frecuente que el agresor después de una agresión se sienta arrepentido y le jure que no volverá a hacerlo.
Porque cree que es ella la responsable del maltrato, ella la que lo incita con su comportamiento inadecuado y provocador, que si se porta bien y obedece, él no la maltratará.
Porque cree que si se separan ni ella ni sus hijos/as podrán sobrevivir económicamente y además quedarán psicológicamente afectados/as.
Porque siente un miedo visceral a que su pareja la agreda gravemente o incluso la mate si se separa.
Porque siente vergüenza a hacer pública una situación de maltrato debido al mito de que esto solo le ocurre a determinado tipo de mujeres.
  • “Si se tienen hijas o hijos es conveniente mantener la situación de maltrato por el bien de las niñas y los niños"
Ser testigos de violencia dentro del hogar siempre tiene consecuencias graves sobre el bienestar emocional y la personalidad de niños y niñas.
Es probable que estas niñas y niños reproduzcan esta misma situación cuando establezcan relaciones de pareja en la edad adulta ya que aprenden que la violencia es un medio legítimo para la solución de conflictos.
Ante una relación de pareja donde el ambiente sea violento, la opción más responsable hacia el bienestar de los niños/as es apartarlos. Del mismo modo, hay que tener en cuenta que alrededor de la mitad de los hombres que maltratan a sus parejas, maltratan también física o psicológicamente a sus hijos y de manera especial a las hijas.
  • A las mujeres maltratadas les gusta que les peguen, de lo contrario, no permanecerían en una relación violenta”
Hay un elemento fundamental que paraliza la decisión de abandonar una relación violenta y es el miedo, además de los sentimientos de indefensión, la soledad, la falta de apoyo, que establecen causas como la escasez de estrategias de afrontamiento, dependencia emocional y/o económica, temor a represalias, frecuencia, duración y severidad del maltrato, influencia de las creencias religiosas, interiorización del rol femenino tradicional, déficit de autoestima, etc. En definitiva, hay una amplia combinación de razones psicológicas, económicas, sociales y legales para soportar una relación violenta.
  • "Los hombres que maltratan lo hacen porque tienen problemas con el alcohol u otras drogas"
Esta aseveración es absolutamente incierta. No es más que la pobre justificación de muchos maltratadores, que de esa forma tratan de eludir la responsabilidad de sus actos.
El maltrato, nada tiene que ver ni con el alcohol ni con las drogas. Ya ha quedado suficientemente de manifiesto que ni todos adictos maltratan a sus parejas, ni todos los maltratadores son adictos a alguna sustancia.
  • "Los hombres que agreden a sus parejas están locos"
Falso. La locura, por definición, conlleva no tener contacto o no percibir la realidad, no darse cuenta de lo que se hace, y este no es el caso de estas personas. Es bajísimo el porcentaje de hombres que maltratan a sus parejas y que presentan graves trastornos psicopatológicos. Sin duda una persona que, para autoafirmarse, necesita maltratar a otras tiene dificultades para canalizar su malestar y su frustración, pero esto no significa que no sea responsable de sus actos.
  • "Los hombres que agreden a sus parejas son violentos por naturaleza"
Los hombres que maltratan a sus parejas no tienen por qué ser violentos con otras personas. Incluso cabe destacar que en el resto de sus relaciones sociales la mayoría, suelen ser amables y respetuosos, dándose el caso de mostrarse ante los demás, como un auténtico caballero, dulce y sensible. Por lo tanto, queda claro que la cuestión no es que no puedan controlar su ira, sino que optan por descargarla agrediendo a la persona sobre las que se siente con derecho a actuar así.
Todas las personas, en ciertos momentos, sentimos rabia y frustración en nuestras relaciones con los demás, sin embargo, nuestros valores, la educación y el respeto nos conduce a canalizar y enfocar ese malestar sin tener que llegar a dañar a nadie.
  •  "Los hombres que abusan de sus parejas, también fueron maltratados en su infancia"
No necesariamente ha de darse esta relación causa-efecto aunque se ha tratado de justificar el llamado maltrato generacional. Ni todos los hombres que maltratan a sus parejas han sido testigos de violencia en su familia de origen, ni todos los que han sido testigos de violencia la reproducen en su pareja. Un testigo de violencia en su familia de origen puede ser igualmente maltratador o víctima, dependiendo de cómo haya interiorizado la situación vivida.
  • "La violencia hacia la pareja es una pérdida momentánea de control".
Absolutamente falso. Estas agresiones no son consecuencia de una explosión de ira incontrolable, sino que son actos premeditados que buscan descargar la tensión y sentirse poderosos dominando a otra persona que considera inferior. Además, las agresiones en la pareja no son aisladas, sino hechos repetidos y cíclicos.
  • "La violencia de género no es para tanto. Son casos muy aislados. Lo que pasa es que salen en la prensa y eso hace que parezca que pasa mucho" “Cuanta más publicidad se den a estas cosas, peor”
Esta aseveración es otro intento de minimizar la realidad. Los casos que aparecen en los medios de comunicación e incluso las denuncias que se presentan, sólo suponen una pequeña parte de la realidad.
  • "Lo que ocurre dentro de una pareja es cosa de ellos; nadie tiene derecho a meterse"
Afortunadamente ha dejado de ser un asunto privado para convertirse en un delito contra la libertad y la seguridad de las personas. Y los delitos jamás son cuestiones privadas, y menos aún, cuando las víctimas no pueden defenderse.
  • "La violencia contra la mujer sólo ocurre en familias sin educación o que tienen pocos recursos económicos o viven en ambientes marginales”
No es cierto. Es un fenómeno que se da en todas las esferas socioeconómicas. La diferencia estriba fundamentalmente en el tipo de violencia que se ejerce así como en las soluciones que se dan a cada situación. Es evidente, que la esposa/compañera de un hombre con una vida pública prestigiosa se sienta muy presionada a ocultar la violencia doméstica y no la solucione acudiendo a los servicios sociales comunitarios.
  • “A algunas mujeres les gusta ser golpeadas. Ellas lo piden. Ellas lo merecen. Algunas mujeres van de abusador a abusador, entonces ellas están haciendo algo mal”
Nadie merece ser abusado ni abusada. Todas y todos tienen derecho a una vida libre de violencia. Nadie querría tener una pareja abusiva. Mujeres quienes han tenido más de un abusador a menudo serán culpadas por la violencia- "debe ser algo sobre ella" o ella se culpará a sí misma -"yo siempre escojo abusadores."
En realidad, el abusador usa la táctica de encanto temprano en la relación para encontrar que ella fue abusada en el pasado. Él usa esta información para que ella tenga la culpa, "parece que es algo que estás haciendo malo, o no habría dos de nosotros" o para acallarla a ella- "No vas a decir nada a nadie, porque si dices algo nunca van a creerte porque dijiste eso antes."

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