sábado, octubre 25, 2008

* DIEZ PRINCIPIOS BÁSICOS PARA POTENCIAR TU AUTOESTIMA


AUTOESTIMA: Afecto por uno mismo, autoaceptación, autoconfianza. Es posible lograr todos estos conceptos intentando ser mas racionales al valorar e interpretar nuestras actuaciones.
DIEZ REGLAS DE ORO PARA POTENCIAR LA AUTOESTIMA

1. Tener presente las propias necesidades. Esto no es egoismo.... Buscar tiempo para uno mismo eleva la autoestima, al igual que realizar actividades que proporcionan placer o progreso intelectual... No se trata de obviar a los demás, sino de encontrar un equilibrio entre necesidades familiares, responsabilidades laborales y deseos personales.

2.- Abrirse al mundo. Poner interés en las cosas que ocurren a tu alrededor: en la sociedad, en el mundo de la cultura, del deporte, de la politica...


3.- Aceptar los errores propios. DESENGAÑATE: el ser humano no es perfecto. Aceptar sin reservas las equivocaciones propias. Sentirse bien con uno mismo no implica que todo salga perfecto, sino tolerar, admitir, compender, saber encajar las frustraciones de la vida.


4.- Adaptarse a las situaciones. Aprender a ser flexible ante los cambios es señal de inteligencia. Busca, crea alternativas eficaces para adecuarte a las situaciones.


5.- Generar proyectos. Si te embarcas en proyectos nuevos, te sentirás mejor. No se trata de actividades arriesgadas, sino de "complicarte" un poquito la vida.


6.- Atreverse a ser creativo. La creatividad es una fuente de satifacción personal. Intentar dar un toque personal a las actividades que realizas habitualmente. Apuntarse a nuevas actividades. Construye.


7.-No renunciar a los pequeños placeres. No te niegues un regalo, un capricho. Realiza actividades que te gusten. Si te sientes feliz, lo transmitirás a los que te rodean.


8.-Autoaceptarse. Aprende a reconocer lo que haces bien y perdónate por lo que ha salido mal aplicando aquello de "la próxima vez saldrá mejor".


9.- No ser dicotómico. Aprende que las cosas no tienen por que ser blancas o negras. Evalua las situaciones sin irte a los extremos, considerando mas a menudo los puntos intermedios. Procura no poner la lupa de aumento a tus errores, ni cerrar los ojos ante tus aciertos.


10.- No anticiparse al daño. Olvidar frases tan habituales como "piensa mal y acertarás" o aquello de "ponte en lo peor". Cuando uno se preocupa en exceso, genera ansiedad. Trata de buscar soluciones sin obsesionarte.

jueves, octubre 23, 2008

VIOLENCIA PSICOLÓGICA-VIOLENCIA FÍSICA

VIOLENCIA PSICOLÓGICA-VIOLENCIA FÍSICA Entrevista a Marie-France Hirigoyen

Médico especialista en violencia de género, hace hincapié en la violencia psicológica que precede a la física y de la que «pocas veces se habla». «No hay ninguna violencia física que no esté precedida por violencia psicológica», afirma Marie-France Hirigoyen.
Ana Isabel Madariaga retiró las denuncias. ¿Por qué sigue costando denunciar?Generalmente quieren al autor de los hechos, es su pareja. Y éste adopta el papel de víctima y convence a la mujer de que lo que ocurre no es su culpa. Ésta entra en un situación de sometimiento que hace que sienta que no tiene salida. Esa misma situación le impide buscar una solución.
¿No avanzamos hacia una sociedad igualitaria? ¿Por qué se siguen produciendo estas agresiones?Se necesitarán varias generaciones para evitarlas, educando a los jóvenes en la igualdad entre hombres y mujeres.
¿Cómo se pueden evitar?Si se quiere prevenir la violencia física en las parejas se tiene que aprender a distinguir mucho más temprano los primeros signos de violencia psicológica en la pareja.¿Aparecen siempre?No hay ninguna violencia física que no esté precedida por la psicológica, aunque puede haber violencia psicológica que, por sí misma, sea terriblemente destructora. Se habla mucho del momento en el que una mujer es asesinada, pero nunca de los pequeños hechos que preceden y atraen esa violencia.
¿Y cómo afecta a la víctima?Piense que si una mujer llega a aceptar los golpes es porque poco a poco la han convencido de que no merecía más o mejor trato que ése, descalificado... Ha perdido la confianza en sí misma. Sufre amenazas, tiene miedo; por eso acepta esa situación.
¿Se pueden distinguir perfiles de maltratadores?Por una parte, los que tienen riesgo de comportamiento narcisista, personas impulsivas, con caracteres difíciles de controlar, que pueden tener variaciones bruscas en su estado de humor. Y hay que tener en cuenta que nuestra sociedad fabrica muchas personas de este tipo. El segundo son personas más "rígidas", que siempre quieren controlar a la mujer; más peligrosas porque pueden llegar a matar.
¿Y de víctima? Todos podemos convertirnos en víctimas, pero si hemos sufrido violencia anterior nos volvemos más vulnerables.

domingo, octubre 19, 2008

* DECLARACION DE AUTOESTIMA


DECLARACIÓN DE AUTOESTIMA

Soy única..... singular e irrepetible, me siento perfecta porque me siento auténtica y plena. Me encuentro bien en este estado y en este entorno que he elegido libremente exactamente tal como estoy.
Asumo mis dias, llenos de luz y de color de bullicio y de música... y asumo tambien mis noches silentes y oscuras, cuando dialogo a solas cara a cara con la luna.
Reconozco y me premio por mis virtudes, mis facultades y mis talentos aceptando con gusto los elogios y no me martirizo cuando algo me sale mal, porque lo acepto tambien. Soy generosa e indulgente conmigo porque aprendo de mis errores. Por eso, me quiero cuando triunfo y cuando fracaso, porque entiendo que soy todo un mundo de posibilidades. No me comparo con nadie porque soy única.


Y NO ME DEJO AVASALLAR
No tengo que demostrar nada a nadie. Tampoco creo que sea necesario estar justificándome continuamente ni con reiteradas invocaciones del perdón ajeno. Procuro entenderme cuando lloro y cuando río y no me averguenza reconocer el hecho de tropezar, caer y hasta rodar por el suelo, porque soy humana y sensible. Y no tengo que disimular mis sentimientos. Y es justo ahí, cuando estoy lastimada, cuando mas me quiero.
Tambien respeto a los demás. A los que me gustan mas y a los que me gustan menos les ofrezco mi ayuda desinteresada si lo necesitan, pero no antepongo nadie a mi, porque cada uno tenemos nuestra propia ubicación, nuestro propio universo.


Y NO ME DEJO MALTRATAR
Voy progresivamente "desaprendiendo" viejas conductas frustrantes y paralizantes, y todas esas teorías existencialistas castigadoras y temerosas que me impiden caminar y crecer en libertad. He desterrado definitivamente de mi vida falsas moralidades y humildades inútiles (tremendas cargas) que me infravaloren, me subyuguen o me anulen como persona. Voy eliminando en fin, todo aquello que me produce infelicidad..... No me torturo, no me flagelo, no me fustigo, sino que me acerco, cariñosamente a todo aquello que me hace sentir bien y a aquello que me engrandece como persona.


Y NO ME DEJO HUMILLAR
No soy una "mujer-alfombra"........ Evito a toda costa los conflictos, la agresividad y la violencia.....pero si surgen, me aparto radicalmente porque noto que no están en sintonía con mi espíritu, me desequilibra y me altera los sentidos.
Acepto con optimismo el paso de los años, porque entiendo que es muy bello ser joven, pero tambien es muy bello adquirir sabiduría. Aprendí que el ayer pasó y no tiene regreso.... el mañana, no existe.... estoy, por tanto, a solas con el hoy. Y así, con esta sabia aceptación de la realidad, me resulta mucho más fácil reconciliarme con la vida.
He cambiado AUTOCOMPASION por AUTOCOMPRENSION. Estoy de mi parte, lucho a mi favor, porque soy lo mejor que tengo. Y me cuido y me quiero,porque me necesito. Porque cuando todos se hayan ido, yo seré el único pilar que sostenga mi vida.
Todo lo cual, firmo y rubrico para dejar constancia y general conocimiento


                                                                                                     -Tita Valverde-




viernes, octubre 17, 2008

EL MALTRATADOR NO ES UN ENFERMO MENTAL

EL MALTRATADOR NO ES UN ENFERMO MENTAL

Entrevista con María Teresa Gómez-Limón, psicóloga clínica. Esta experta en violencia de género reclama más medios para atajar esta lacra.

ANTONIO GONZÁLEZ - Madrid - 12/07/2008 20:36



Desde su puesto como perito forense del Juzgado número cinco de Violencia contra la Mujer, María Teresa Gómez-Limón ha tenido entre manos numerosos casos de violencia machista, muchos de ellos “tremendos” como ella misma reconoce. Basándose en su experiencia, esta psicóloga clínica, que ha dejado de forma temporal su actividad por un escaño en el Grupo Popular de la Asamblea de Madrid, acaba de presentar el libro Quien bien te quiere NO te hará llorar (La Esfera de los Libros), una guía para que las mujeres que sufren maltrato puedan superar su problema.
¿Qué le ha impulsado a escribir esta guía?
Además de mi experiencia, me ha impulsado un dato terrorífico: que en 2007 sólo el 31% de las mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas les habían denunciado. Es decir, que tenemos a un 69% de las mujeres fallecidas que no habían presentado denuncia y estaban escondidas, y en esa situación ni la judicatura, ni la administración ni nadie puede hacer nada salvo que ellas se conciencien.
¿Cuál es el principal obstáculo que impide a las mujeres maltratadas denunciar?
Se trata de en tema muy complejo desde el punto de vista psicológico, debido a tres aspectos. El primero es que es una situación que se produce a lo largo del tiempo, ya que un hombre no empieza a ser maltratador de la noche a la mañana. Empieza con un desprecio, con una mala mirada, un insulto, después un empujón… No hay que olvidar que la media de tiempo de convivencia entre las fallecidas a manos de su pareja es de diez años, lo que significa que la mujer se va adaptando a esa situación, e incluso llega a aprender a manejarla, hasta el punto de forma parte de lo cotidiano.
¿Y los otros dos aspectos?
El segundo es que la persona a quien tiene que denunciar es la pareja con quien se tiene una relación y muchas veces el padre de sus hijos, y eso es muy duro. Además, el maltrato no se produce las 24 horas del día, sino que hay periodos de luna de miel en los que parecen arreglarse las cosas, y eso lo hace todavía más complicado. El tercer aspecto es que el maltrato se produce en el ámbito privado, donde nadie lo ve, e interviene el sentimiento de vergüenza.
Hay mujeres que mueren a manos de su pareja pese a haber denunciado, ¿no hace eso replantearse a muchas víctimas la posibilidad de denunciar?
Esos son casos especialmente dramáticos. Habría que garantizar que el cumplimiento de las órdenes de protección esté bien vigilado, y habría que aumentar los efectivos policiales para que estas órdenes, que son un instrumento muy bueno, se puedan cumplir. Es importantísmo que estas órdenes se lleven a cabo estrictamente, y para ello se requerirían más policías, aunque se está mejorando gracias también al uso de las pulseras electrónicas para los agresores.
¿Qué pasa cuando la mujer retira la denuncia?
En ese caso, la denuncia no se retira porque el fiscal no lo acepta, pero al llegar el juicio la mujer no se presenta, y en ese caso ni se puede proteger a la mujer ni condenar al agresor. Que la víctima declare es fundamental. Las mujeres deben mantener la denuncia y pensar que no tienen por qué aguantarlo, que cuanto antes se corte es más fácil es salir de esa situación. Si cuando un maltratador empieza con violencia psicológica, ella no consiente y él no consigue lo que quiere, al final la conducta se va extinguiendo. En cualquier caso, si ve que puede peligrar su vida o la de sus hijos, debe abandonar el domicilio. Hay muchas casas de acogida, y en ese sentido hay mucho amparo.
¿Debemos todos denunciar cuando creemos estar ante un caso de violencia machista?
Toda persona tiene el deber de denunciarlo. Pero si un familiar o un vecino pone una denuncia y luego la víctima no va a declarar o lo niega, aquello no va a seguir adelante. Pero en cualquier caso es bueno denunciar, es una obligación social.
¿Cuál es el perfil del maltratador en España?
Hay que dejar claro que no es un enfermo mental; de hecho apenas un 10% padecen una patología mental, el resto son perfectamente normales. Lo que ocurre es que tienen unos determinados rasgos de personalidad que se prestan más a este maltrato. Pero aunque la personalidad no se cambia, la conducta sí se puede cambiar, y las personas con estos rasgos pueden aprender a controlarlos y comportarse de otra manera.
¿Los maltratadores, se pueden rehabilitar?
Es difícil que vayan a terapia, sobre todo porque ninguno se percibe a sí mismo como maltratador. Cuando lo hace está en el buen camino.
Pero un hombre que acaba de pegar una paliza a una mujer tiene que saberlo…
Claro, pero siempre se justifican y tienen una excusa que se creen ellos mismos, como que habían bebido o estaban nerviosos, luego es muy difícil que sigan una terapia. Algunos no se rehabilitan nunca, porque además de su perfil de personalidad, hay maltratadores que lo son porque han sido niños maltratados y repiten el modelo, y eso es complicado cambiar.
¿Es suficiente el marco legal?
La Ley integral contra la violencia de género es imprescindible, pero no suficiente porque el castigo al agresor es diferido en el tiempo, y para cambiar la conducta hace falta una respuesta inmediata. Pero la Ley tiene que existir.

jueves, octubre 16, 2008

* ENFRENTARSE A UN PERVERSO. Dra. Marie France Hirigoyen

ENFRENTARSE A UN PERVERSO SE VUELVE CONTRA LA VICTIMA

Para estar por encima de la media, un individuo perverso narcisista necesita hundir al otro. Para ello, va dando pequeños toques desestabilizadores preferentemente en público, cuando la persona no puede defenderse, utilizando algo íntimo por ejemplo que describe con exageración. Y eventualmente puede elegir un aliado entre el público, entre las personas que le rodean.
Lo que importa es molestar al otro, desestabilizarlo, humillarlo. La persona objetiva nota cierta hostilidad, pero nunca está segura de si se trata de una broma y si la víctima empieza a revelarse, se le dice "es que no tienes sentido del humor" o "que susceptible eres". Y así nos burlamos de ella una vez más, intentando rechazar todas sus resistencias.

miércoles, octubre 15, 2008

* ENTREVISTA A ANDRES MONTERO GOMEZ, PSICOLOGO

LA VIOLENCIA MASCULINA HACIA LA MUJER

Prefiere hablar de violencia masculina hacia la mujer en vez de violencia de género. Andrés Montero, presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia, ofreció una charla en Donostia organizada por el Departamento para los Derechos Humanos, el Empleo y la Inserción Social de la Diputación Foral.
- ¿Puede resumir en qué consiste la ideología de la violencia masculina hacia la mujer?
- Se trata de ideología machista, patriarcal, de dominación. Como ideología no debemos entender sólamente un presupuesto político, sino un conjunto de ideas para comprender la realidad. Todos los agresores sistemáticos necesitan una racionalización, una justificación de esa violencia. Si no, no la ejercerían. No es lo mismo un brote de agresividad en un momento puntual a que se ejerza de manera sostenida. Las mujeres víctimas de la violencia masculina son agredidas durante una media de 5 años. Para agredir a una persona durante tanto tiempo necesitas una explicación.
- ¿Y lo que persigue el maltratador es el sometimiento?
- Lo que busca toda violencia es la anulación del otro. Y no necesariamente en términos físicos, sino también la anulación identitaria. Si partiéramos de la base ideal de que una relación entre dos personas es simétrica, la violencia siempre va encaminada a modificar ese equilibrio, a que a través de la fuerza se anule el porcentaje de influencia de la otra persona. En el caso de violencia hacia la mujer se da otro componente importante, que es el de la posesión y que va encaminado a dominar e imponer totalitariamente una serie de parámetros. ¿Por qué? Porque tradicionalmente el hombre ha sido educado en base a la idea de que la mujer, de alguna manera, le pertenece, es inferior o es algo que puede manejar. Los agresores usan ese presupuesto ideológico para justificar la violencia que ejercen.
- ¿Hay un perfil de maltratador?
- No. La violencia hacia la mujer se da en todo tipo de estratos sociales, distintos niveles de ingresos económicos, nivel de estudios, franjas de edad...
- ¿Se puede hablar de enfermedad?
- Rotundamente no. Un agresor no es un enfermo, a priori, aunque puede tener una enfermedad como cualquier otra persona. Sólo hay una series de trastornos que de alguna manera modifican el contacto del sujeto con la realidad y que pudieran ser incapacitantes a la hora de considerar el control del individuo sobre su conducta. Estos trastornos están en la franja, desde un punto vista mental, de las psicosis o de los traumatismos cranoencefálicos que debilitan el cerebro para ejercer el control. En términos de porcentaje esas enfermedades no pasan del 3%, más o menos, de prevalencia en la población.
- ¿Entonces qué ocurre?
- Un agresor puede sufrir un trastorno de ansiedad, una depresión, tener problemas de abuso de alcohol, un tema del que se habla mucho... ¿Pero eso está relacionado con la violencia? No. Porque si no cualquiera que tuviera una depresión sería una persona agresiva. Estos factores acondicionan la conducta pero no explican de manera causal la violencia. Las personas que están fuera del círculo de la violencia tratan de etiquetar al agresor para que parezca que es distinto. «Lo hace porque es alcohólico, pero a nosotros nunca nos va a pasar», se dice, cuando el alcohol realmente no tiene una influencia causal. Los agresores de mujeres son personas normales; esa es la tragedia del asunto. Estadísticamente puede ser cualquiera. De hecho, el 70% de los agresores ejercen violencia hacia una mujer en un entorno concreto, que suele ser el de convivencia, pero en el resto de la sociedad suelen estar perfectamente integrados.
- ¿Es posible la rehabilitación?
- Se puede hablar de reinserción y de resocialización. El agresor, en principio, no es un enfermo pero sí es un delincuente, tal y como están establecidas las leyes. ¿Por qué cuando que vas por la calle y te agrede un desconocido entendemos directamente que se está cometiendo un acto ilegal y, en cambio, cuando nos agrede un conocido, nos parece que es algo más legítimo? Se trata de alguien que está transgrediendo el ordenamiento jurídico y las normas de convivencia. Por lo tanto, cualquier medida va destinada a reinsertarle en el orden normal de la convivencia. ¿Por qué hablo de resocialización? Porque parte del contenido ideológico que sustenta la violencia masculina hacia la mujer tiene que ver con códigos sociales que ese sujeto ha adquirido a partir del proceso de socialización y de educación, son claves implícitas que se transmiten culturalmente según las cuales la mujer y el hombre tienen papeles distintos y los roles de la mujer son, en términos masculinos, inferiores o subordinados a los que ejerce el hombre. Y este sustrato ideológico social es el que facilita la posterior justificación que hace el hombre individualmente cuando agrede a la mujer.
«Los hijos son receptores de esa violencia aunque no reciban ninguna bofetada»
- ¿Cómo valora la Ley Integral de Violencia de Género?
- Es un adelanto muy positivo, porque reconoce un problema social complejo que merece una respuesta integral. La pega es que se ha tramitado muy rápido y falta desarrollar algunos elementos importantes como, por ejemplo, toda la cuestión relacionada con la reinserción de los agresores. Hay que pulir la ley.
- Se está debatiendo la idoneidad de la pena de alejamiento.
- El problema de base es que las medidas de seguridad se establecen sobre la víctima y no sobre el agresor. A la mujer hay que protegerla, por supuesto, con todos los medios necesarios. Pero desde el punto de vista funcional, el agresor va donde quiere y hace lo que quiere. Sabe que tiene que estar a 100 ó 500 metros, pero puede estar acechando a la mujer. Habría que activar algunas medidas de seguridad sobre el agresor, que tenga menos libertad de movimiento. No estoy hablando de la prisión preventiva, pero se trata de limitar su movilidad.
- ¿Qué se puede hacer cuando la víctima vuelve con el agresor?
- La situación es complicada y cada caso es distinto. La raíz está en que la violencia produce unos efectos traumáticos en la víctima y modifica muchos de los elementos que normalmente los seres humanos usamos para la extracción de juicios y toma de decisiones. Pedir a una mujer agredida que piense con claridad meridiana es, por lo menos, injusto. Además, le está agrediendo alguien a quien ha abierto las puertas de su espacio emocional, con lo cual el efecto traumático es mayor que si el agresor fuera un desconocido.
- ¿Qué pasa con los niños que han estado expuestos a un entorno de violencia?
- Son siempre receptores directos de la violencia aunque no hayan recibido una bofetada, ningún zarandeo, ni una mala respuesta. De entrada, son espectadores de un clima de estrés, de tensión... Eso les afecta porque no saben interpretarlo. Se contaminan los procesos de referencia que tiene el niño a la hora de construir su conducta o su propia personalidad. Diría que el efecto traumático puede ser más grave incluso cuando el padre trata con cariño a los hijos de manera clara y luego agrede de manera evidente a la madre.
- ¿Y qué efectos produce a largo plazo esta situación?
- La sintomatología psicológica es similar a la de las madres: estrés postraumático, trastornos de ansiedad, desordenamiento de la conducta... En cuanto a la transmisión intergeneracional del maltrato, existe la posibilidad de que los niños masculinos repitan el patrón del agresor y las niñas el de la víctima, pero es un fenómeno que no se da siempre. Hay una serie de factores de riesgo, y haber sido expuesto a la violencia en la familia de origen es uno de ellos, pero no es determinante. Hay otros factores que son sociales, como cualquier código machista, una educación autoritaria...También hay factores que protegen, como el hecho de que el niño tenga un adulto sustitutivo (hermano mayor, profesor...).

martes, octubre 14, 2008

"NO DEBI MATARLA, PERO......." por Pablo Ordaz


NO DEBÍ MATARLA, PERO...

La mitad de los maltratadores en prisión reúne un riesgo de reincidencia "moderadamente alto"


Un estudio psicológico con 148 condenados por violencia de género en 18 cárceles españolas revela que al menos la mitad de ellos reúne un riesgo "moderadamente alto" de reincidencia, una tendencia que se acrecienta en el caso de los homicidas. Dos psicólogos expertos en maltrato subrayan la "necesidad imperiosa" de extender los programas de tratamiento a todas las cárceles donde haya maltratadores y de reforzar la terapia en los meses anteriores a la puesta en libertad. "Una vez que se establece, el maltrato es una conducta crónica", dice el catedrático de Psicología Enrique Echeburúa, "a pesar de las muestras de arrepentimiento, el maltrato se repite".

Hace dos años, cuando se hicieron novios, Lydia ya sabía que él estaba en la cárcel por haber matado a su mujer. "Yo le puse muchos cerrojos a la relación", reconoce, "pero él los fue abriendo uno a uno, ganándose mi confianza". Un día Lydia recibió una carta con el remite de la prisión. Él abordaba de lleno un pasado por el que hasta entonces habían andado de puntillas: "No debí matarla, me arrepiento de corazón, pero aquella mujer me estaba haciendo la vida imposible y en aquel momento no fui capaz de ver otra salida, yo era otro hombre, me cegué". Lydia, sentada en una cafetería de Pamplona, vuelve a meter la carta en el bolso como si fuera un salvoconducto, y dice: "Yo le creo, y estoy segura de que a mí nunca me pondrá una mano encima. Ya sé que puede resultar raro".
No desde luego para quienes, desde el lado de la ciencia o de la ley, trabajan con los maltratadores de mujeres. "Para un maltratador", explica Jesús, psicólogo de la prisión de Nanclares (Álava), "la crónica de su crimen siempre está incompleta. No entiende por qué el periodista que escribió lo que él le hizo a su mujer no pone también lo que ella le hizo a él: que no sabía manejar el dinero, que no lo cuidaba, que se iba más con las amigas que con él... Algunos pueden reconocer incluso que han hecho una barbaridad, pero siempre hay un pero detrás. `Pero es que yo bebía mucho en esa época, pero es que yo estaba muy nervioso...". A los funcionarios de prisiones les sigue sorprendiendo la gran cantidad de maltratadores, de homicidas incluso, que como el novio de Lydia consiguen convencer a sus nuevas parejas de que con ellas todo será distinto. "Y además", explica Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias, "desde las cárceles vemos que son muchas las mujeres que vuelven con sus agresores, bien por la baja autoestima causada por años de maltrato psicológico, por la esperanza de cambio, por la falta de recursos... Hay mujeres que insisten en poder comunicar con sus agresores pese a la existencia de órdenes de alejamiento, y no son pocas las peticiones al juez para que deje salir al marido bajo el argumento de que él ya ha cambiado o de que sus hijos lo necesitan... Si no se trabaja con los agresores terapéuticamente, estas situaciones se reproducirán en el futuro. No hay que olvidar que la privación de libertad tiene un efecto de alejamiento temporal y necesario de la víctima, pero hay que pensar en lo que sucederá cuando salgan de la cárcel. De ahí que defendamos la necesidad de tratar a los condenados para evitar agresiones futuras".
"Si no se trata a los agresores, repetirán sus conductas", asegura Mercedes Gallizo

"El reto es atraerlos a la terapia y retenerlos", dice Enrique Echeburúa
La eterna cuestión, no exenta de polémica, es si sirve de algo tratar a los maltratadores de mujeres. Mercedes Gallizo acaba de recibir el resultado de una investigación que intenta contestar a esa pregunta. Durante casi dos años y en 18 prisiones, 148 hombres de entre 19 y 71 años condenados por violencia contra las mujeres se han sometido a un estudio para evaluar en qué medida son receptivos a la ayuda psicológica que están recibiendo en prisión. El trabajo, firmado por los profesores de Psicología Enrique Echeburúa y Javier Fernández-Montalvo, concluye que "el riesgo de reincidencia es moderadamente alto" en la mitad de los reclusos examinados, y que ese riesgo sube cuando se trata de homicidas. "Más que un fenómeno cualitativo distinto", señala el informe, "el homicidio en la violencia de género es el último eslabón de una violencia continuada y de gravedad creciente".
Echeburúa y Fernandez-Montalvo subrayan la "necesidad imperiosa" de extender los programas de tratamiento a todas las cárceles donde haya maltratadores, y de aplicarlo fundamentalmente en los tramos altos de la condena, cuando la excarcelación esté más próxima. "Estos datos revelan la peligrosidad de la violencia de género, al tratarse de una conducta y de unas cogniciones muy consolidadas en el repertorio de comportamientos de estos sujetos".
Jesús, el psicólogo de Nanclares, es también coautor del programa de tratamiento que se aplica actualmente en las prisiones: "Desde luego que ni yo ni nadie puede decir que, después de recibir el curso, un hombre no va a agredir nunca más a una mujer, pero sí que va a tener que saltar obstáculos que antes no tenía. Igual se le vuelve a ocurrir pegarle una torta a su pareja, pero tendrá que saltar siete barreras y a lo mejor, con suerte, se para en alguna de ellas".
Ángel es psicólogo de la prisión de Alicante. Dice que dentro de la terapia hay dos momentos especialmente difíciles. Uno es cuando los condenados por maltrato ven la película Te doy mis ojos, de la realizadora Icíar Bollaín. "Cuando termina la película, hay una frase que triunfa sobre las demás. Prácticamente todos me dicen: `Yo no soy así?. Es el momento de meter el dedo en la llaga, de que vean que sí han sido así o, en muchos casos, incluso peores". El otro escollo es cuando tienen que escribir una carta a su víctima. Una carta que nunca será remitida, pero que servirá para ser comentada entre todos. Hay algunos que escriben: "Has aguantado lo que yo no hubiera aguantado. Te pido perdón". Y otros que, en cambio, se salen por la tangente de las frases hechas: "¿Qué tal estás? Yo bien. Aquí los días son muy largos...". La puesta en común sirve para dejar al descubierto que los que emplean la segunda fórmula siguen sin reconocer su culpa. "Al final del programa", explica Jesús, el psicólogo de Nanclares, "muchos alucinan al darse cuenta del daño que le estaban haciendo a su víctima. No eran capaces de ver el nivel de angustia que provocaban. Son analfabetos emocionales, aunque tengan una carrera universitaria y sean muy hábiles al justificar su conducta, pero son incapaces de ponerse en el lugar del otro. Siguen siendo maltratadores en potencia".
Mercedes C. A., de 32 años, fue asesinada a tiros por su ex marido, en Cuenca, en 1997. / EFE
Jesús y Ángel llevan años tratando a hombres condenados por violencia de género. De sus fechorías saben lo que ellos les cuentan y lo que el juez reflejó en la sentencia que los envió a prisión. En cambio, Juan Ignacio Paz, psicólogo del Instituto Andaluz de las Mujeres, vive el drama desde el lado de las víctimas. Los tres coinciden en que no existe un "perfil" del maltratador, pero sí unas pautas de conducta que se repiten en unos y en otros, a veces de forma asombrosa. "Son personas con una ideología de dominio, inseguras, machistas, incapaces de controlar la ira..., que van anulando a su víctima mediante un proceso de ensayo y error. Las estrategias que utilizan unos y otros se parecen tanto que a veces pensamos que debe haber una academia en algún sitio. No se puede hacer distingos sobre la procedencia social o económica del maltratador. Si acaso, puede haber diferencias en las formas. No es lo mismo para ellos que aparezca con un ojo morado un ama de casa de un barrio de las afueras que la mujer del fiscal o del catedrático". Juan Ignacio Paz dice que al principio todos repiten como una letanía la siguiente fórmula: "No vales para esposa, no vales para madre, no vales para amante. Los problemas son culpa tuya. Yo soy el listo y tú la torpe. Yo el que trabaja y tú la mantenida". Cuenta el caso de una mujer que era cocinera profesional. Tanto la había machacado su marido diciéndole que todo lo que guisaba era una porquería que al final era incapaz de guisar y perdió el trabajo. "Cada vez que se ponía delante de la cocina, se le agarrotaban los músculos".
Juan Ignacio Paz dice que el maltratador aplica sobre su víctima un proceso sistemático de destrucción de la personalidad. "Hay un paralelismo muy acusado con el lavado de cerebro de las sectas. Y eso tiene un problema añadido, no sólo te destroza como persona, sino que además te engancha. Provoca una dependencia emocional brutal. Quien más me gusta explicando esa dependencia es el psiquiatra Miguel Lorente. Habla del efecto bonsái. Un bonsái no es un árbol que no crezca, es un árbol al que se le impide crecer. Al que se le van cortando ramas y raíces para que no crezca. Pero a la vez se le echa la agüita justa, se le saca a que le dé el aire... Es decir, la misma persona que va destrozando el bonsái es la misma persona que le permite seguir vivo. Aquí estamos hablando de lo mismo. Como el maltrato no es continuo sino que se ajusta al ciclo de acumulación de tensión, descarga y luna de miel, la misma persona que la va anulando, que le va quitando todo, se convierte en su luz en la oscuridad. La única fuente de afecto, de ternura, de cosas positivas. Él se ha ido encargando de ir quitándole otras. Sólo le queda él. ¿Qué ocurre? Si él es la única luz en la oscuridad, ella acaba como una polilla en una bombilla. Se le ha llamado el afecto paradójico, porque cuanto más la destroza, más apego siente ella por él. Si a mí me regalan un bonsái y lo planto en el jardín, el bonsái se muere: no tiene raíces para profundizar buscando agua, no tiene hojas para hacer la fotosíntesis, no es capaz de vivir. Eso es lo que siente una mujer maltratada, que es incapaz de vivir sin su verdugo. `Es que me muero sin él?, me dicen. Pero no es amor, es dependencia. Y es una dependencia más fuerte que la heroína".
Hace 11 años, a Echeburúa le llamó poderosamente la atención un dato. "Había tratado a 300 ó 400 mujeres víctimas de malos tratos cuando comprobé que entre el 40% y el 60% de ellas seguía viviendo con el agresor. Me causó una gran perplejidad que aquellas mujeres -la mayoría por encima de los 40 años y con una experiencia de maltrato de más de 10 años- hubieran sido capaces de romper el silencio, de destapar la situación de opresión y tortura en la que vivían, pero no de romper con sus parejas. Nos dimos cuenta entonces que el tratamiento era muy limitado si las tratábamos sólo a ellas, porque hay una cosa clara: el maltrato, una vez que se establece, es una conducta crónica. Por muchas muestras de arrepentimiento que haya, el maltrato se va a repetir. Entre otras cosas porque el hombre obtiene ganancias con él. Así que decidimos tratar también a los maltratadores, sobre todo a aquellos que seguían viviendo con sus parejas".
No fue fácil entonces y sigue sin serlo ahora. De todos los que llegan a la terapia en libertad, un 40% rechaza el tratamiento o abandona antes de la tercera sesión. De los que quedan, un 65% abandona totalmente la violencia -según su testimonio y el de su pareja-. "Eso quiere decir que logramos apartar de la violencia a uno de cada tres. No es para lanzar cohetes, pero sí para albergar un optimismo razonable. El reto es desarrollar estrategias para atraerlos a la terapia y retenerlos".
Lydia sólo sabe de su novio dos cosas. Que mató a su mujer y que aún le quedan varios años en prisión hasta pagar su condena. No ha querido saber más. "Desde aquella carta en la que él me explicó por qué estaba en prisión", cuenta Lydia, de 36 años de edad y administrativa de profesión, "apenas hemos vuelto sobre el asunto. Ni yo le he preguntado ni él me ha dicho. Tampoco he querido investigar. No soy una ilusa, y quizás los detalles me envenenasen más que el delito en sí. Así que, ¿para qué? No creo que corra más riesgos que cualquier otra mujer que se enamora de un desconocido".
Malos Augurios
Jesús, el psicólogo de la prisión de Nanclares, está convencido de que la piedra angular del maltrato es la inseguridad. Lo dice después de haber tratado a decenas de condenados por violencia de género. "Yo estoy seguro de que nadie es un maltratador si está seguro de sí mismo. Y en los años sesenta y setenta, el inseguro se encontraba con la complicidad de instituciones como el matrimonio o el ambiente en que vivíamos, que le hacían el trabajo. Sabían que su mujer no les iba a dejar nunca por el simple hecho de estar casada. Ahora, aunque seguimos siendo una sociedad machista, se van desmontando todos los reflejos autoritarios del pasado. Por eso, estas personas se van sintiendo cada vez menos seguras, y cuanto más inseguras, más malos tratos habrá... Estoy convencido de que la violencia de género va a ir a más. Hay gente que podrá decir, ¡pero si hoy día es todo modernísimo!, pues por eso. Porque una persona que está insegura y necesita saber que su pareja le pertenece, ya no tiene nada a lo que agarrarse. La institución del matrimonio ya no le asegura nada, culturalmente nadie le va a apoyar en esa idea machista de pertenencia... Y al final, ¿dónde se agarra? La ansiedad creciente, la sensación de descontrol de su propia inseguridad... Hay muchas personas que no han evolucionado, pero ven que la sociedad va por delante y explotan. Hasta que lleguemos a ser Suecia habrá más malos tratos. Y, por lo que yo veo aquí en prisión, hasta Suecia nos queda un ratito, como 50 ó 60 años".
Hay otro factor que, a juicio de los psicólogos consultados, está haciendo aún más trágico el drama de los malos tratos. Entre un 30% o un 40% de los maltratadores beben alcohol en exceso o toman cocaína. "Y eso, unido a los celos patológicos, se convierte en un cóctel molotov".


Este reportaje se publicó en el diario EL PAIS el 15-10-2006

lunes, octubre 13, 2008

EL MALTRATO PSICOLÓGICO

Existe un maltrato -otro maltrato- que no se ve, que no se cuantifica, que no se valora porque no deja marca y no sangra, que no sale en las noticias y por eso se castiga menos o no se castiga, pero que doy fe de que existe, que destruye lentamente, que aniquila el ser, que corroe el alma y que deja secuelas graves para toda la vida, que mata por dentro.
Es el maltrato de la violencia psicológica; el que comienza ignorándote, impidiendo que te expreses, que seas tú, que seas persona. Un maltrato que viene de quien ha decidido incluirte en una espiral de dominio de la que no te pueda sacar ni Dios. Y en ese afán de supremacía machista él siempre encuentra tu error, tu fallo, tu defecto, tu problema y te lo hace ver de forma delicada, cariñosa y sutil, pero con contundencia. Y acabas creyéndotelo….. que si no se cocinar, ni comer, ni vestir, ni hablar, ni leer... ni siquiera se organizar mi tiempo, que tendrá que hacerlo él por mi, que menos mal que está él para arreglarme la vida, etc. Y tú no puedes protestar, no puedes ni siquiera hablar, porque a él no le gusta que se le contradiga, se enfada mucho y se violenta y a ti no te gustan sus enfados. Y notas que tanto cariño por parte de él parece como si te hiciera daño y comienzas a plantearte que algo "raro" está pasando en la relación. Pero no la rompes, porque él te quiere tanto….!!!!

Día a día vas cediendo parcelas de poder y él te va ganando terreno, manipulando, controlando, se va metiendo en tu vida, en tu trabajo, en tu ropa, en tu listín telefónico, en tu correo, en tus amistades, en tu cuenta corriente y pasito a pasito, hasta en el ultimo rincón de tu pensamiento, pero con una sutileza, con una finura que te crees que es normal y cuando te das cuenta ya está metido hasta la médula. Y todo esto, enmascarando de amor todos sus reproches, sus golpes bajos, sus humillaciones, sus asaltos emocionales, sus ataques a tu autoestima, y una actitud que oscila entre el control y el acoso, entre el asedio y la persecución....y entonces comienzas a desesperarte porque tu seguridad y tu firmeza se tambalean... y ya no sabes a qué atenerte, no sabes qué creer…. Si a esto le añadimos sus mentiras, sus contradicciones, su falta de claridad, su ambigüedad, sus enrevesados argumentos, su mudo desprecio por las personas, su frialdad al verte llorar, su insensibilidad ante tu sufrimiento en una perfecta armonía con su derroche de amor, su extraña manera de quererte tanto, surge una situación que te traslada a un mágico y a la vez incómodo mundo del que preferirías salir, alejarte, pero no sabes como..... porque sabes que él te tiene atrapada y esclava con la férrea cadena de su amor.
Cuando él entra en casa lo examina todo pormenorizadamente e incluso cuenta los cubiertos sucios que hay en el lavavajillas tratando de encontrar una prueba de una imaginada infidelidad que siempre encuentra justificada. Magnifica cualquier pequeño detalle pudiendo por ello desencadenar la peor batalla de celos de toda la historia. Y sigue rastreando hasta encontrar una justificación para el reproche o la bronca que vendrá después. Y ya, nunca más estás relajada, y la ansiedad te invade, el ambiente se carga de tensión y tienes que medir las palabras, los gestos y hasta las miradas, porque analiza cada una de ellas. Y te llenas de angustia y no quieres ni moverte no sea que no le guste como te sientas... no sea que se enfade, y te das cuenta de que estás incomodísima en su presencia y te gustaría que se fuera a su casa....que te dejara sola, pero nunca se va cuando tú lo deseas, él se irá cuando tu más lo necesites….cuando menos lo esperes.( No hay nada como el factor sorpresa para confundir al enemigo) Y ya nunca más eres tú, ni siquiera en tu propia casa. El siempre evaluándote, juzgándote y por supuesto, condenándote: culpable, culpable, culpable !!!!
Y no sabes que está pasando, ni a quien decírselo, quien te iba a entender..... ? si mis amigas me envidian por tener de pareja a un hombre que me quiere tanto.... Y no sabes que hacer, ni sabes a donde acudir, pero si sabes que tienes miedo......
Y así, cada vez eres más pequeña, más insignificante, eres inútil, marujona y barriobajera que no has evolucionado nada y sientes que no vales lo suficiente para un hombre como él, que bordea la perfección…. y no tienes derecho a hablar, porque tú no eres nadie y lo que vas a decir no tiene valor y no puedes terminar tus frases, las termina él, porque él –que es más listo que nadie- sabe el final de todas tus frases y te interrumpe cuando hablas porque tu eres muy lenta y no le interesa lo que vas a decir..... pero tampoco le gustan tus silencios y así te reprocha ambas cosas. Eso sí, te obliga a escucharle su interminables monólogos, lentos, pesados, detallados, pretenciosos, manipuladores y con sugerencias envenenadas que te dejan sin respiración porque él sabe como nadie darte una puñalada verbal en un costado y dejarte sangrando y sin respiración, sabe como nadie poner violencia en una mirada, en un gesto, sabe matar sin armas….
Y cada vez te sientes más triste, mas aislada, mas sola porque va negando tu personalidad, tu vida, tus pensamientos, tus sentimientos y notas que a su lado, no eres nada y te vas empequeñeciendo, anulando y consumiendo porque has entrado en un mundo de lágrimas y soledad donde solo habitas tu.
Y cuando ya no puedes más le haces ver que su comportamiento te daña, pero por eso también se enfada, se enfada por todo, porque es muy sensible y dice que lo que él hace es absolutamente normal, que eres tú la que está trastornada, que estás desquilibrada, que estás loca y tantas veces te lo dice, que te lo crees y vas al psicólogo a pedir ayuda para tu locura, a explicarle tus miedos y comienzas con los ansiolíticos, pero que en realidad, no deseas curarte, solo deseas salir de esa espiral de destrucción a donde te ha llevado él con su amor infinito, y deseas irte lejos de él, salir volando, pero sola. pero él te tiene atrapada, prisionera, ya no puedes ni respirar si no es con su permiso y sigue controlando y analizando absolutamente todos tus movimientos y eso te pone cada vez mas nerviosa.

Y un buen día, da igual que sea porque el café no le gustó o por otra de sus innumerables escenas de celos o por nada, da igual.... se caldea el ambiente, se despoja de todas sus cualidades de caballero y se prepara para montar el espectáculo:
Violencia verbal, gritos, maldiciones, descalificaciones, amenazas y vejaciones a tal nivel de degeneración que te parece mentira que vengan de quien tanto te quiere. Y da miedo mirarle a la cara y ver esos ojos llenos de fuego y de odio, esos labios profiriendo los mas bajos insultos, las mas miserables de las acusaciones mientras la barbilla le tiembla de ira y le brota el rictus facial de quien tiene intenciones criminales…. y mientras cae esa lluvia de violencia sobre ti, te agachas en un rincón del salón, con la cabeza entre las manos, como un animalito apaleado, llorando en silencio para no desbocar más a la fiera que tienes frente a ti… y con el alma rota, muerta de pena y de miedo, sin entender nada de lo que está pasando, solo quieres desaparecer, que te trague la tierra de una vez y te da más vergüenza y más asco de ti misma, de él, de las circunstancias por llevarte a esto, por verte así, y te empequeñeces todavía más hasta sentirte como un asqueroso gusano digno únicamente, de ser pisoteado.
Y al día siguiente, viene llorando, pidiendo perdón y prometiendo que a partir de ahora todo va a ser distinto y te pide recomenzar porque no puede vivir sin ti, que lo eres todo para él, que no soportará tu abandono. Y te abraza como nadie te abrazó y vuelve a besarte con una ternura como nadie te besó y vuelves a creerle y vuelves a creerte también que nadie te querrá más que él…. y vuelves a engancharte, porque tiene sobre ti un poder casi mágico que tu tampoco entiendes, porque nunca nadie te explicó que amar fuera tan complicado, tan doloroso. Y tu, una vez más piensas que su mal tiene cura que tu puedes ayudarle. Pero pasan los días, las semanas, los meses, y nada varía, los espectáculos se repiten y cada uno supera al anterior y cada vez con mayor frecuencia........ hasta que un día, desesperada, rota, cansada de vivir, comienzas a pensar en el suicidio…..




                                                                                                                                                                                                        

sábado, octubre 11, 2008

LO QUE PIENSAN LOS MALTRATADORES

Piensan que son muy especiales, realmente tan diferentes de otra gente que no tienen que seguir las mismas reglas que todos. Pero en lugar de ser especiales, los violentos tienen mucho en común unos con otros, incluyendo los diseños de pensamiento y comportamiento. Las siguientes son algunas de sus características que suelen repetirse en estos individuos.
En lugar de aceptar la responsabilidad por sus acciones el maltratador trata de justificar su comportamiento con excusas. Por ejemplo: "Mis padres nunca me amaron" o "Mis padres me golpeaban" o "Tuve un mal día, y perdí el control" o "No podía dejarla que me hablara de ese modo. No había otra cosa que hacer." Trasladando la responsabilidad por sus acciones a otros y culpándolos, esto le permite enojarse con la otra persona por "causar" su comportamiento. Por ejemplo: "Si no te metieras cuando estoy educando a los niños, no les pegaría."
El maltratador tiene fantasías de éxito. Cree que sería rico, famoso, o extremadamente exitoso en otros términos si otra gente no lo estuviera deteniendo, no se interpusiera en su camino. El que ellos estorben lo hace sentir justificado para desquitarse, incluyendo a través del abuso. El abusador también insulta a otra gente verbalmente para sentirse mejor o sentirse superior.
Los maltratadores mienten muchísimo y con extraordinaria habilidad, llegando a creerse sus propias mentiras. Controla la situación por medio de la mentira para controlar de igual modo la información disponible. También puede usar el mentir para mantener a otra gente, incluyendo a su víctima, psicológicamente desequilibradas. Por ejemplo, trata de aparentar que está diciendo la verdad cuando miente, trata de aparentar estar mintiendo cuando dice la verdad, y algunas veces se expone a sí mismo con una mentira obvia.

Un abusador generalmente cree que es mejor que otra gente y no tiene que seguir las mismas reglas que la gente común. Esa actitud es típica de criminales sentenciados también. Cada preso en una cárcel típicamente cree que mientras que los otros presos son criminales, él no lo es. Un abusador muestra que piensa que está más allá de las reglas cuando dice, por ejemplo: "No necesito consejo. Puedo manejar mi vida sin ayuda de nadie."
El maltratador es muy hábil desarrollando tácticas para manipular a otros. Estas tácticas incluyen mentir, alterando a la otra persona solo para observar sus reacciones, y provocando peleas entre otros. O, puede tratar de encantar a la persona que quiere manipular, fingiendo interés o preocupación por esa persona para estar en su lado bueno. Usualmente mantiene su comportamiento abusivo separado del resto de su vida. La separación es física; por ejemplo, él golpea a miembros de la familia pero no a personas fuera del hogar. La separación es psicológica; No ve ninguna inconsistencia en su comportamiento y cree que está justificado.
El violento evita la responsabilidad de sus acciones tratando de hacer que éstas tengan la apariencia de no ser tan importantes, es decir minimizando su abuso. Por ejemplo, "No te pegué tan fuerte" o "Yo solo te empujé, tu te caíste. Pensando y hablando con vaguedad o sea sin claridad permite que el abusador evite la responsabilidad. Por ejemplo, "Llegué tarde porque tenía algunas cosas que hacer mientras me dirigía a casa."
Las personas abusadoras de hecho no están más enojadas o sienten más ira que otros. Sin embargo, ellos deliberadamente usan su ira extraordinariamente para amedrentar y desafiar a situaciones y gentes. Por ejemplo: "Cállate o te rompo el cuello." La ira es un arma muy efectiva en manos de estos indiviuos. El abusador usa varias tácticas para vencer la resistencia de su abuso. Por ejemplo, se sale del cuarto cuando la víctima está hablando, o grita más fuerte que ella, u organiza a otros miembros de la familia o conocidos que se pongan en contra de la víctima despreciándola o criticándola… digamos que juega con el poder.
La victimización. Ocasionalmente el abusador finge estar indefenso o actuará como que alguien lo está persiguiendo para manipular a otros para que le ayuden. Piensa que si no consigue lo que quiere, él es la víctima; y usa el disfraz de víctima para vengarse o hacer que otros parezcan tontos. Drama y emoción: Los abusadores a menudo tienen problemas en experimentar relaciones íntimas o satisfactorias con otra gente. Ellos substituyen esta intimidad con drama y emoción. Los abusadores sienten gran emoción a ver que otros se enojen, peleen, o estén en un estado de desorientación. Con frecuencia ellos usan una combinación de los hechos antes descritos para crear una situación dramática y emocionante.
El maltratador es como un canal cerrado. No dice mucho en cuanto a sí mismo y sus verdaderos sentimientos. No está abierto a nueva información acerca de sí mismo, tampoco a opiniones de como otros lo ven. Es hermético, con la mente cerrada y justo a sus propios ojos. El cree que tiene la razón en todas las situaciones.
Es muy posesivo. Además, cree que todo lo que quiere debería ser suyo, y que puede hacer lo que quiera con lo que es suyo. Esa actitud la aplica a gente y a posesiones. Justifica el que controle el comportamiento de otros, lastimándolos físicamente y tomando las cosas que les pertenecen.
El abusador usualmente piensa que es fuerte, superior, independiente, auto-suficiente y muy masculino. Su imagen del hombre ideal es a menudo un vaquero, aventurero o pirata, considerando un insulto cualquier comentario que no conduzca a glorificar su imagen.


Es un resumen de un largo artículo que encontré en la red. Desconozco su autoría.


                                                                                            

martes, octubre 07, 2008

LOS MALOS TRATOS: Mitos y realidades

LOS MALOS TRATOS: Mitos y realidades

Mito: Si ha ocurrido sólo una vez, no ocurrirá más.
Realidad: La violencia doméstica no es un incidente aislado. Normalmente forma parte de un patrón de violencia que irá en aumento.

Mito: Sólo cierto tipo de hombres abusan de sus parejas.
Realidad: No existe el abusador típico. La edad, constitución, raza, religión o temperamento no son factores determinantes.

Mito: Los hombres que maltratan son enfermos mentales.
Realidad: No existe relación causa-efecto entre la enfermedad mental y violencia doméstica. La violencia está motivada por un deseo de controlar y mantener poder sobre la mujer.

Mito: Los hombres que asaltan o abusan de sus parejas son violentos por naturaleza.
Realidad: La mayoría de los hombres que abusan de sus parejas no son violentos fuera del hogar.

Mito: Los hombres que maltratan han sido maltratados en la infancia.
Realidad: No existe evidencia alguna de que exista un ciclo de abuso. La mayoría de hombres y mujeres abusados en la infancia no optan por abusar en la edad adulta. Es más, si fuera así debería haber un mayor número de maltratadoras.

Mito: La violencia domestica la causa el alcohol.
Realidad: Un gran número de hombres violentos atacan cuando están sobrios. El alcohol es una excusa más que usan los hombres violentos para justificar su violencia y no hacerse responsables.

Mito: Si hubiera sido tan violento, ella lo habría denunciado.
Realidad: 46% de las mujeres no denuncian la violencia que sufren por miedo a represalias y una gran mayoría porque piensan que no van a ser creídas o tomadas en serio. (Este número es menor en nuestro país, que está entre el 10 y 20% de denuncias)

Mito: La violencia domestica sucede solamente en familia de bajos ingresos.

Realidad: La violencia domestica sucede en cualquier clase social, en cualquier zona del país, en toda raza, religión y edad.

Mito: Los hombres también son agredidos por sus parejas.
Realidad: Los archivos policiales muestran que el 99% de la violencia en la pareja la realiza el hombre hacia la mujer.
C.M.







SEGUIR ESTE BLOG

ARCHIVO CRONOLÓGICO

PUBLICACIONES MÁS LEÍDAS