miércoles, septiembre 24, 2008

POR QUE LAS MATAN??? por Andrés Montero Gómez

POR QUE LOS AGRESORES MATAN A SUS VICTIMAS????

A tenor del diagnóstico que hace el Observatorio Estatal de Violencia de Género, las muertes de mujeres por sus parejas masculinas ascienden progresivamente desde principios de esta década, con una mínima reducción en 2005 que inmediatamente repunta al año siguiente. Tal vez el efecto de exigua amortiguación de los femicidios en 2005 tenga relación con la entrada en vigor ese año de la Ley Integral sobre Violencia de Género, considerando además que el pico máximo de las muertes desde entonces hasta la actualidad permanece por debajo de las cifras de la primera parte de la década (de hecho, representa un 11% menos). Lo positivo es que cada mujer menos que muere es una vida que se salva, pero lo negativo continúa siendo que se producen los asesinatos. 
Quien asesina no es extranjero o nacional, sino hombre. Quien muere, mujer.
Los femicidios son crímenes por convicción, igual que lo es el terrorismo. 

El asesino tiene la convicción de que es necesario matar. Es difícil de aceptar, pero quizás más de comprender y sobre todo de interiorizar para muchas personas, que la violencia hacia las mujeres tenga relación con el género, es decir, que maten a mujeres por el hecho de serlo. Por ello se ha denominado violencia de género a este tipo de violencia, entendiendo el género, según las ciencias sociales, como la construcción mental que asigna funciones y roles personales e interpersonales diferenciados en función del sexo. Pues bien, es contraintuitivo para muchas personas entender que un hombre, que muchos hombres, asesinen a mujeres simplemente por el hecho de ser mujeres. Cuando muchos ciudadanos reflexionan sobre el argumento de que las mujeres asesinadas anualmente en violencia de género lo han sido por su condición de mujer, no acaban de asimilarlo, no acaban de creérselo. Esta incredulidad tiene dos orígenes. El primero, la socialización de género que todos y todas hemos recibido. El segundo, que cuando pensamos en los agresores de mujeres y nos los intentamos imaginar pensando en matar a la mujer por el hecho de ser mujer, estamos errando en la atribución del pensamiento, les estamos atribuyendo un pensamiento equivocado, porque efectivamente no piensan en matarlas por el hecho de ser mujeres.
¿Qué significa esto? ¿Estamos diciendo que las matan por el hecho de ser mujeres pero que el asesino ni siquiera ha reflexionado sobre ello cuando comete el crimen? De hecho, es justamente así. La explicación es relativamente sencilla, pero hay que estar abierto a entenderla. La violencia de género es un crimen por convicción. El agresor aplica la violencia para mantener el comportamiento de la mujer dentro de unos parámetros que responden, exclusivamente, a la voluntad del hombre. De esta manera, el agresor está convencido de su legitimación para utilizar la violencia con el fin de lograr que la mujer se comporte conforme a un orden determinado. En eso, los agresores de mujeres no se diferencian de ninguno de los dictadores totalitarios que han asolado la historia de la Humanidad. 

El agresor de género es un dictador que impone su voluntad por medio de violencia en el marco interpersonal de una relación de pareja. Hasta aquí, siguiendo el argumento, todavía no hemos mencionado el componente de género, es decir, ese constructo, definido por la socialización, que asigna roles sociales y personales diferenciados a los individuos en función del sexo.
Pues bien, antes de seguir, debemos llegar a un acuerdo. Tenemos que acordar que la sociedad, tal como la hemos construido, está sustentada en códigos de dominancia masculina sobre la subordinación femenina. No creo que sea difícil, con los matices que sean necesarios, aceptar por la mayoría de la población que, efectivamente, la desigualdad entre hombres y mujeres, descompensada hacia la preponderancia de lo masculino, ha sido la regla dominante sobre la que hemos construido nuestra sociedad. A medida que el progreso ha ido avanzando, nos hemos ido liberando de discriminaciones y esclavitudes. 

La revolución francesa puso de manifiesto el fin de las esclavitudes de clase, la americana el fin de las esclavitudes de raza y la feminista el fin de la esclavitud de género. Ahora tenemos otras esclavitudes más globales, como la económica, la geoestratégica, pero las democracias han declarado abolidas legalmente aquellas otras tradicionales. Sin embargo, por muy legalmente que se hayan subvertido ciertas esclavitudes, los códigos sociales continúan transmitiéndose de generación a generación.
La igualdad de ley existe, pero todavía tenemos techos, de cristal o de hormigón, que obstaculizan la equidad de acceso y representación entre hombres y mujeres. Esos techos están construidos con nuestros prejuicios, con nuestros modelos mentales, con nuestras formas de entender el mundo. Y estos productos mentales continúan heredándose. 

La familia es donde se practica la primera y más fuerte socialización. Afortunadamente, la transmisión de códigos de géneros es paulatinamente menos marcada en dominancia masculina en la sociedad de hoy, pero la decadencia del modelo hegemónico de masculinidad es lenta, costará muchas décadas y desigualdades todavía y, ante todo, exige que todos y todas lo tengamos claro, claro que existe y claro que queremos cambiarlo.
La definición de cada rol de género está basada en el modelo sociológico dominante. Ese modelo, de momento y aunque más debilitado, continúa siendo el masculino. El rol que asigna el modelo a los hombres en función de su sexo es dominar y a las mujeres, ser dominadas. Eso es así a grandes rasgos, sin entrar en tonalidades. Si estamos de acuerdo en que la sociedad continúa construyéndose en masculino pero que hay una revolución constante y sostenida hacia la igualdad de género, podremos continuar con el razonamiento que subyace a la violencia de género.
Hay hombres, los agresores de mujeres, que socializados como los demás en el código masculino dominante, entienden que su pareja tiene no sólo que comportarse de una manera determinada, sino que ’ser’ de una manera muy determinada. 

La violencia de género es el instrumento del agresor para anular la personalidad de la mujer y conformar un nuevo ser, una nueva identidad, sometida y subordinada a los deseos de ese hombre concreto. En la medida en que la mujer opina, siente, razona, se conduce, se comporta, se expresa o se emociona desviándose del patrón de personalidad que el agresor considera debe ser el adecuado para ’su mujer’, el hombre utilizará la violencia. Unos agresores harán uso intensivo de la violencia psicológica, otros la combinarán con violencia física y sexual, pero todos los que la ejercen lo harán con el objetivo de ’reconducir’ la personalidad e identidad de la mujer hacia parámetros de conveniencia masculina. El hombre, en un marco de violencia de género, es el tirano que se cree con legitimidad para someter a la mujer. ¿De dónde procede esa legitimidad? Es autoconcedida, desde luego, pero además ese hombre agresor la entiende conferida por la sociedad, que hace décadas de forma explícita y en la actualidad más tácitamente le ha educado en la convicción de que, en cierto modo, tiene derecho a imponerse a ’su’ mujer, a exigir que ella se comporte como ’debe’ hacerlo una mujer.
Al final, pues, el hombre agresor no ejerce su violencia hacia la mujer en la conciencia literal de que lo hace porque ella es una mujer, sino en la convicción de que tiene derecho a someterla, a corregirla como persona, porque tiene superioridad moral sobre ella. Tal vez, si nos imaginamos la configuración de ese derecho tradicional y hegemónico en la mente del agresor, estaremos en mejores condiciones de entender la secuencia de violencia que conduce al asesinato.
El asesinato de la mujer en violencia de género representa el fracaso del agresor para someterla. En realidad y paradójicamente el agresor no desearía llegar al asesinato, no querría, sino que, en función del código moral que ha establecido para respaldar su conducta autolegitimada de violencia, se ve obligado a llegar a esa solución final. La realidad de muchas mujeres es mucho más trágica y dura de lo que incluso imaginamos. Lo que prefería el violento sería continuar ejerciendo su tiranía y tortura sobre la mujer durante toda la vida. 

El agresor llega hasta el asesinato porque la mujer quiere ser libre, tener la libertad que nos hemos dado en las imperfectas democracias tras innumerables sacrificios y revoluciones. Así, más del 80% de las muertes en violencia de género se producen en el contexto de una eventual ruptura de la pareja a instancias de una mujer, una esclava, que quiere romper sus ligaduras y reencontrarse con su identidad arrebatada. 
Por eso las matan.


http://nomequierastanto.blogspot.com.es/2008/10/no-debi-matarla-pero-por-pablo-ordaz.html 
http://nomequierastanto.blogspot.com.es/2011/12/como-piensan-los-maltratadores.html


domingo, septiembre 21, 2008

EL SUICIDIO MACHISTA, Andrés Montero Gómez

EL SUICIDIO MACHISTA

El otoño es la estación estrella para los juzgados de familia. Después de un verano en el que esposos y esposas están expuestos a sí mismos, en el que se percatan de que llevan todo un año, toda una vida junto a la persona equivocada, se suceden las demandas de divorcio. 

El otoño trae la caída de muchas parejas de hoja caduca. 
Algunas de estas separaciones son decisiones de una mujer que ha conseguido poner fin a la violencia que sobre ella ejercía un hombre. Otras son parejas fallidas. Los asesinos de mujeres están tan activos en verano como en el resto del año. Pueden quitarle la vida a una mujer en cualquier momento, tras haberla sometido varios años a tortura. A veces, después de un intenso proceso de dolor, de aislamiento, de profunda desorientación y vergüenza, una mujer encuentra una salida. 
No es necesariamente una cuestión de valor. Todas ellas tienen valor, las que escapan del alcance de un torturador y aquéllas que son despojadas de la vida por un asesino. La violencia produce, entre sus efectos perversos, una alteración traumática en los procesos de extracción de juicios y toma de decisiones en las personas expuestas a ella, sobre todo entre quienes han sido víctimas de una violencia sistemática. 
Las mujeres agredidas por hombres son sistemáticamente sometidas a violencia durante muchos años. Quienes, de entre ellas, consiguen iluminar una salida a la tortura lo hacen sumando el valor que tienen todas ellas a un instante de lucidez. 
Esa iluminación es el resultado de percibir que la salida es posible. Y esta percepción, el corolario de una combinación de factores que es única para cada mujer. A veces es observar que tus hijos están más en peligro de lo que ya lo han venido estando ante el torturador; en otras ocasiones, el desencadenante es una conversación con alguien que no te autoculpabiliza ni te hace sentir pequeña.
Algunos asesinos, tras dar muerte a una mujer, intentan el suicidio o lo consuman. El suicidio de un agresor machista es interpretado, en ciertas ocasiones, como el acto extremo al que el victimario recurre para evitar la sanción social después de haber cometido un asesinato. 
Casi siempre discrepo de este análisis para casos particulares, pero desde luego es erróneo como planteamiento general para explicar la conducta suicida de los agresores machistas.Si tuviera que establecer una hipótesis sobre por qué algunos agresores se suicidan tras asesinar a una mujer, me basaría en lo que sustenta la violencia machista: la dominación. 
Casi todos los agresores matan a la mujer después de que ella haya decidido abandonarles. Es la pérdida de control lo que precipita el asesinato, y también el suicidio posterior. En violencias sistemáticas, el agresor machista ha construido su universo vital prácticamente alrededor de la dominación traumática de una mujer. Cuando es prolongado, el sometimiento de otro ser humano acaba convirtiéndose en el centro de la vida del agresor, es el referente que le otorga significado primordial a su existencia. Cuando desaparece ese centro, la vida pierde sentido para el torturador.
A quien le parezca ’demasiado’ esta explicación, que piense si no es demasiado humillar, insultar, coaccionar, aterrorizar y golpear a la mujer a la que aparentemente ’amas’. Y hacerlo durante años, convencido además el agresor de que la violencia que ejerce está perfectamente aplicada, porque se cree legitimado para someter y dominar a una mujer, a ’su’ mujer. 
El común de los agresores no tiene demasiado reparo por la sanción social. Consideran que la sociedad les va a recriminar su conducta porque no les comprende, que la violencia es algo que han tenido que utilizar como necesario en una relación íntima que desde fuera no va a ser adecuadamente entendida. El agresor sistemático de una mujer está convencido de que está haciendo lo correcto. No teme especialmente el juicio social, y no tanto la cárcel, como para suicidarse.
Si tuviéramos que plantearlo en general, el agresor de mujeres se suicida porque su vida ha dejado de tener sentido. El sentido de la vida de estos agresores era dominar a una mujer, hacerlo día a día. La ideología de dominación que origina y mantiene la violencia machista hacia la mujer también explica el suicidio de los agresores. Asesinan por machismo y se suicidan por él. 
No se sorprendan, Hitler también se suicidó ante la pérdida de su mundo de totalitarismo fanático, no porque pensara que estaba equivocado o temiera ningún juicio. 
El suicidio machista es una expresión mas de la violencia hacia la mujer.

Andrés Montero Gómez

                                                                                                    VER MAS

jueves, septiembre 18, 2008

* EL PERDEDOR, Joseph M. Caver, psicólogo

EL PERDEDOR
Muy pocas relaciones comienzan de otro modo que no sea amabilidad y dulzura. 
Al principio, la "luna de miel" de la relación, es difícil precisar con qué tipo de persona estás saliendo. Ambos sois precavidos, tratando de obtener información sobre la otra persona sin parecer un detective de la policía.
Una relación romántica puede se maravillosa con la persona adecuada. Pero una relación con la persona equivocada puede dar lugar a años de dolor, daño emocional o social e incluso daño psicológico. Una pareja adulta dañina puede dañarnos a nosotros, a nuestro seres queridos e incluso el modo en que interpretaremos el amor y el romance en el futuro. 
Pueden transformar lo que se supone que es una relación de comprensión, amor y apoyo, en una "atracción fatal" como la descrita a menudo en el cine. 
Existe una gran variedad de malas elecciones con las que podemos encontrarnos cada semana, la mayoría de ellas fáciles de identificar y evitar. Todos sabemos evitar personas que parecen trastornadas o abusivas y no elegirlas como parejas. Sin embargo, algunas personas son mejores que otras para ocultar sus alteraciones de personalidad y conducta. Con la intención de prevenir acerca de estos dañinos individuos, este artículo describe un tipo de persona que se encuentra a menudo en escena al buscar pareja, un hombre o mujer llamado "el perdedor".
"El perdedor" es un tipo de pareja que ocasiona un gran daño social, emocional y psicológico en la relación. Tiene características permanentes de personalidad que ocasionan este daño, las cuales son características que ellos simplemente aceptan como el modo en que son y no consideran un problema o dificultad psicológica. En cierto modo, siempre han vivido con esta personalidad y conducta, siendo algo que aprendieron probablemente de sus familias. 
Los psicólogos tratan a menudo a las víctimas del "perdedor", mujeres y hombres que llegan a la consulta gravemente deprimidos, con su autoconfianza y autoestima totalmente destruidas.La siguiente lista es un intento de esbozar las características del "perdedor" y proporcionar un modo de que mujeres y hombres puedan identificar relaciones potencialmente dañinas antes de verse severamente dañados ellos mismos emocional o físicamente. Cuando estén presentes un gran número de estos rasgos, no se trata de una probabilidad o posibilidad: te hará daño si permaneces en esa relación.
1. Maltrato. El "perdedor" te hará daño a propósito. Si te golpea, retuerce tu brazo, te tira del pelo, te empuja o rompe tus objetos personales, aunque sea sólo una vez, déjale. Los hombres de este tipo a menudo comienzan con conductas que te hacen moverte físicamente o golpean la pared. Las mujeres a menudo abofetean, dan patadas o incluso pegan con el puño a sus parejas masculinas.
2. Apego rápido. El "perdedor" tiene emociones y conexiones con los demás muy superficiales. Una de las cosas que puede atraerte de esta persona es lo pronto que te dice que te quiere o desea casarse contigo o comprometerse. Por lo general, en muy pocas semanas escucharás que eres el amor de su vida, que quiere estar contigo para siempre y que desea casarse contigo. Te hará regalos, te hará numerosas promesas y te inundará de atenciones y gestos amables. Esta es la fase de "luna de miel", en la que te atrapa y te convence de que es lo mejor que te ha pasado nunca. Recuerda el dicho "si parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo es". Así, te sentirás tan abrumado/a por sus muestras de atracción instantánea, compromiso instantáneo y planes instantáneos para el futuro, que te perderás el dato principal: ¡que no tiene sentido! Por lo general, las personas sanas requieren un largo proceso para desarrollar una relación debido a que hay mucho en juego. Esperarán a tener mucha información antes de ofrecer un compromiso; no tres semanas. Es cierto que podemos sentirnos fascinados por otras personas con rapidez, pero no hacer esas promesas tan poco realistas ni planear el futuro después de tres citas. Ese rápido enamoramiento es un signo de emociones superficiales que más tarde llevarán al "perdedor" a alejarse de ti tan rápido como se comprometió. El "perdedor" por lo general quiere irse a vivir contigo o casarse contigo en menos de cuatro semanas o muy pronto en la relación.
3. Temperamento atemorizante. El "perdedor" tiene un carácter que asusta. Si tu pareja estalla y hace cosas peligrosas como conducir demasiado deprisa porque está enfadado, romper o arrojar cosas, meterse en peleas, o amenazar a otros, ese temperamento se volverá pronto en tu dirección. Al principio de la relación serás testigo de actos violentos: peleas con otros, amenazas a otros, estallidos violentos contra otros, etc. También oirás hablar de violencia en su vida. Verás y serás testigo de este temperamento (arrojar cosas, gritar, maldecir, conducir deprisa, golpear las paredes y dar patadas a las cosas). Eso servirá para intimidarte y hacer que temas su potencial de violencia, aunque el "perdedor" te asegurará enseguida que está enfadado con otros o con situaciones, no contigo. Al principio te asegurará que nunca dirigiría su hostilidad y violencia hacia ti, pero te está dejando ver claramente que tiene la habilidad y capacidad para hacerlo (y podría suceder). Más tarde temes retarlo o enfrentarte a él o ella, temiendo que esa misma violencia pudiera volverse hacia ti.
4. Destruir tu auto-confianza. El perdedor te rebaja con frecuencia. Constantemente corrige tus más pequeños fallos, haciéndote sentir en guardia, poco inteligente y dejándote con la sensación de que siempre estás haciendo algo mal. Te dice que estás demasiado gordo/a, muy poco atractivo/, que no hablas correctamente o no tienes buena presencia. Esta erosión gradual de tu confianza y autoestima le permite tratarte mal después (como si te lo merecieras). En público te verás andando con mucho cuidado, siempre con el temor de que puedes estar haciendo o diciendo algo incorrecto que más tarde dé lugar a un estallido emocional o una discusión.
5. Privarte de apoyo externo. Para controlar a alguien completamente, has de alejarlo de sus amistades; a veces incluso de su familia. El perdedor piensa que tus amistades o familiares podrían influirte o tener opiniones negativas sobre su conducta. Comienza diciéndote que tus amigos te tratan mal, se aprovechan de ti, y no entienden el tipo especial de amor que compartís. A veces, si no puede librarse de tu mejor amigo/a de tu mismo sexo, te dirá que se le ha insinuado. Si hablas con tus amistades o familiares, el perdedor te castigará haciéndote numerosas preguntas o acusaciones desagradables. Finalmente, en vez de tener que soportar el castigo verbal, interrogatorio y abuso, llegarás a la conclusión de que es mejor no hablar con tus familiares o amigos. Te alejarás de tus amistades y familiares, de modo que se sentirán molestos contigo. El perdedor te dirá entonces que te están tratando mal de nuevo y que será mejor que te mantengas lejos de ellos. Una vez que estás solo/a y aislado/a, sin apoyo, su control sobre ti aumentará.
6. El ciclo de amabilidad y mezquindad. El "perdedor" oscila entre mezquindad y amabilidad continuamente. El ciclo comienza cuando son intencionadamente dañinos y mezquinos. Serás víctima de abuso verbal, serás maldecido/a y te amenazará por algo sin importancia. De repente, al día siguiente se vuelve dulce y hará todas esas pequeñas cosas que hacía cuando empezasteis a salir. Tú sigues ahí, esperando que cada uno de estos ciclos sea el último. El otro propósito de este ciclo de mezquindad es permitir al "perdedor" decir cosas verdaderamente desagradables de ti o las personas que quieres, erosionando de nuevo tu autoestima y autoconfianza. A menudo se disculpará, pero el daño a tu autoestima ya está hecho.
7. Siempre es culpa tuya. El perdedor te culpa a ti de su rabia, así como de cualquier otra conducta incorrecta. Cuando te engaña, te grita, te trata mal o te humilla públicamente, es, de algún modo, culpa tuya. Si llegáis 10 minutos tarde a una cita, es culpa tuya que el "perdedor" conduzca a gran velocidad, haga correr a la gente en la carretera y esté enfurruñado el resto de la noche. El perdedor te dice que su rabia y mal comportamiento no habrían sucedido si tú no hubieras cometido un simple error, le hubieses querido más o no hubieses cuestionado su comportamiento. El "perdedor" nunca jamás se hace responsable de sus actos. Siempre es culpa de alguna otra persona. Si conduce como un loco y trata de echar a algún inocente conductor de la carretera para asaltarlo, es culpa del otro conductor por no usar el intermitente al cambiar de carril. Te dan la impresión de que tú te lo has buscado (la rabia, los gritos, el asalto) y te mereces esa violencia, mala cara o expresión física de agresividad.
8. Pánico ante la ruptura. El "perdedor" siente pánico ante la idea de romper (a no ser que sea totalmente idea suya). Los hombres abusivos a menudo se vienen abajo y lloran, suplican, prometen cambiar y ofrecen matrimonio, viajes, regalos, cuando amenazas con romper la relación. Tanto hombres como mujeres pueden amenazar con suicidarse o con volver con antiguas parejas (quienes se sienten afortunados de que se hayan ido) o amenazan con dejar su trabajo y marcharse de la ciudad, como si tú fueras responsable de esas decisiones. El "perdedor" ofrece una gran cantidad de "tratos" o soluciones a medias, como "salgamos sólo un mes mas". Te inundan con llamadas telefónicas, a menudo cada cinco minutos, con la esperanza de que lleguéis a un acuerdo o lo veas sólo para para detener el acoso telefónico. Algunos llamarán a tus familiares, tus amigos, sus amigos o cualquiera que se le ocurra, para decirles que te llamen y te digan lo mucho que te quiere. Los perdedores más creativos a menudo producen tanta presión social que la víctima accede a volver con la relación antes que continuar bajo esa presión. Imagina que tratas de terminar una relación y empiezas a recibir llorosas llamadas de todos sus parientes (secretamente esperan que tú te quedes con él de modo que ellos no tengan que hacerlo), ver una súplica para que vuelvas en el periódico o incluso en un tablón de anuncios local, recibir flores en el trabajo cada día o que aparezca en tu lugar de trabajo y te ofrezca un anillo de matrimonio (técnica del hombre perdedor) en frente de tus compañeros. Su reacción es emocionalmente intensa, un comportamiento que utilizan para convertirte en su prisionero/a emocional. Si vuelves con él o ella, en realidad temes una reacción pero si amenazas con dejarlo de nuevo (convirtiéndote en su prisionero/a) y a menudo recuerdan el incidente como una evidencia de lo mala persona que eres. Recuerda que si tu preciado perro salta el muro y escapa, después pondrás un muro más alto. Una vez que vuelvas con el perdedor, escapar será tres veces más difícil la próxima vez.
9. Ausencia de interés externo. El "perdedor" te animará a dejar tus aficiones, intereses e implicaciones con otros. Si realizas una actividad individual, exigen acompañarte, haciendo que te sientas mal durante toda la actividad. El motivo de este comportamiento es impedir que tengas diversiones o intereses diferentes a los que ellos controlan.
10. Control paranoide. El perdedor te vigilara y sabrá dónde estás y con quién estás. Si hablas con un miembro del sexo opuesto, te hará veinte preguntas sobre cómo os conocisteis. Si no respondes a su llamada telefónica, te preguntará dónde estabas, qué estabas haciendo, con quién estabas hablando, etc. Observará el tipo de barro que hay en tu coche, te preguntará por qué compras en ciertos lugares, por qué llamaste a un amigo/a, porqué tu amigo/a te llamó a ti, etc. Algunos perdedores te seguirán al supermercado, luego te preguntarán si has estado allí en un intento de pillarte en una mentira. En los casos más graves, mirarán tu correo, tu bolso o cartera, comprobarán quién te ha llamado por teléfono o buscarán pruebas en tu basura. Algunos te animarán a hacer llamadas privadas a tus amistades desde su casa, llamadas que están siendo grabadas en secreto. Pueden empezar a decirte qué ropa ponerte, qué música escuchar y cómo comportarte en público. Finalmente te dirá que no puedes hablar con ciertas amistades o conocidos, ir a determinados lugares o hablar de ciertos temas en público. Si no vais a veros el viernes por la noche, te dirá que te llamará esa noche (en cualquier momento). Eso te mantiene en casa, esperando la llamada, temiendo el abuso verbal y las preguntas que te haría si no estuvieras en casa cuando llamara.. Esta técnica permite al perdedor hacer lo que quiera a nivel social y al mismo tiempo controlar tu comportamiento desde la distancia.
11. Humillación pública. Para mantenerte bajo control en público, el "perdedor" te atacará verbalmente, te insultará o dirá cosas crueles o humillantes de ti en privado o frente a otras personas. En público, aprenderás rápidamente que cualquier opinión que expreses lo llevará a atacarte verbalmente, en ese momento o más tarde. Si permaneces con el "perdedor" demasiado tiempo, pronto te verás sonriendo amablemente sin decir nada y agarrada/o de su brazo en público. También te verás caminando con la cabeza baja, con miedo a ver a un amigo que te hable y dé lugar a una reacción airada del "perdedor".
12. Nunca es suficiente. El perdedor te convence de que nunca eres lo bastante bueno/a. Nunca dices "te quiero" lo suficiente, no estás nunca lo bastante cerca, nunca haces lo suficiente por él o ella después de todos su sacrificios y tu comportamiento siempre parece quedarse corto. Este es otro modo de destruir tu autoconfianza y autoestima. Tras meses de utilizar esta técnica, comienzan a decirte lo afortunado/a que eres de tenerle; de tener a alguien que tolera a una persona tan inadecuada y poco valiosa como tú.
13. Creerse con derecho. El "perdedor" piensa que tiene derecho a hacer cualquier cosa que desee. Si le impiden el tráfico, piensa que tiene perfecto derecho a echar al otro conductor de la carretera, asaltarlo o poner en peligro las vidas de otros conductores con sus estallidos temperamentales. Ten en cuenta que esta misma sensación de tener derecho a todo la usará contra ti. Si desobedeces sus órdenes o deseos o violas alguna de sus reglas, se creen con derecho a castigarte de cualquier modo que consideren oportuno.
14. No gusta a tus amistades o familiares. Conforme la relación avanza, tus amistades y familiares verán lo que el "perdedor" te está haciendo. Notarán un cambio en tu personalidad o verán tu alejamiento. Protestarán y el perdedor te dirá que tienen envidia del "amor especial" que os tenéis y luego usarán sus protestas u opiniones como evidencia de que están contra ti (no contra él). La mención de tus familiares o amistades dará lugar a una respuesta airada por su parte, hasta que dejas de hablar de aquellos por quienes te preocupas, incluso los propios miembros de tu familia. El "perdedor" se sentirá celoso y amenazado por cada persona cercana a ti, incluso tus hijos. En algunos casos, no permitirá que tus padres o hermanos visiten tu casa.
15. Historias desagradables. A menudo la gente te deja saber cosas de su forma de ser a través de las historias que cuentan de sí mismos. Es la vieja historia acerca de darle a alguien cuerda suficiente para que se ahorque a sí mismo. Las historias que nos cuentan nos informan de cómo una persona se ve a sí misma, qué considera interesante, y qué piensan que te impresionará. Una persona humorística, contará historias divertidas de sí misma. Los "perdedores" cuentan historias de violencia, agresión, insensibilidad hacia otros, rechazo de otros, etc. Pueden hablarte de sus relaciones pasadas y en cada caso te asegurará que los trataron tremendamente mal a pesar de lo maravillosos que fueron con esa persona. Alardean de su temperamento y estallidos porque no ven nada malo en la violencia y se enorgullecen de la actitud de "yo no tomo nada de nadie". La gente se define a sí misma con sus historias, de modo similar a como una cultura viene descrita por su folclore y leyendas. Escucha esas historias. Te dirán cómo te tratará al final y lo que viene a tu encuentro.
16. El test de la camarera. Suele decirse que, cuando tienes una cita, el modo en que un individuo trata a una camarera u otra persona neutral del sexo opuesto es el modo en que te tratará a ti en seis meses. Durante la fase de "luna de miel" de la relación te tratará como a una reina o rey. Sin embargo, durante ese tiempo, el "perdedor" no ha olvidado lo que piensa del sexo opuesto. Tratará mal a camareras, dependientes u otras personas neutras. Si son tacaños, no recibirás nada una vez que la "luna de miel" se haya acabado. Si se quejan, critican y atormentan, así es como te tratarán en seis meses. Una persona mentalmente sana es consistente, tratan a casi todo el mundo del mismo modo siempre. Si estás saliendo con un hombre que te trata a ti como a una reina y al resto de las mujeres como basura, sal corriendo.
17. La reputación. Como hemos mencionado, las personas mentalmente sanas son consistentes en su personalidad y comportamiento. El "perdedor" puede tener dos reputaciones diferentes: un grupo de personas que te darán referencias brillantes y un grupo que te dirá que es muy problemático. Si preguntas a 10 personas sobre un nuevo restaurante y 5 te dicen que es maravilloso y otras 5 que es una pocilga, entenderás claramente que existe cierto riesgo al comer ahí. El perdedor puede que alardee de su reputación de matón, mujeriego, temperamental o de "estar loco". Puede contarte historias en las que otros le han dicho que está loco o sugerido que busque ayuda profesional. Presta atención a su reputación. La reputación es la percepción pública del comportamiento de una persona. Si la reputación tiene dos caras, buena y mala, el riesgo es alto. Puede que te enfrentes al lado malo una vez que la fase de "luna de miel" se haya acabado. Debido a sus graves problemas de comportamiento, el perdedor apenas tendrá amigos, sólo conocidos. Las personas emocionalmente sanas y éticas no tolerarán amistades con perdedores que tratan a otros tan mal. Si descubres que no te gustan las amistades de tu pareja es debido a que operan del mismo modo que él o ella.
18. Andar de puntillas. Conforme la relación con el "perdedor" avanza, te verás expuesta/o gradualmente a intimidación verbal, largos interrogatorios sobre cosas triviales, violencia y amenazas dirigidas a otros pero que tú presencias, preocupación paranoide con tus actividades y una variedad de desprecios hacia tu personalidad. Pronto te verás "andando de puntillas" en su presencia, con miedo de plantear temas, miedo a decirle que has hablado con tal o cual persona y miedo a cuestionar o criticar el comportamiento del "perdedor". En vez de vivir un amor cálido y reconfortante, te sentirás constantemente nervios/a, tenso/a al hablar con otros (podrían decir algo que tuvieras que explicar más tarde) y con miedo de encontrarte con alguien que tengas que saludar en público. Las citas y el tiempo juntos serán más agradables cuando estéis totalmente solos, exactamente lo que el "perdedor" quiere: ninguna interferencia con su control o dominación.
19. Desprecio de sentimientos y opiniones. El "perdedor" está tan centrado en sí mismo que los sentimientos y opiniones de los demás carecen de importancia. Conforme la relación avanza y comienzas a cuestionarte lo que estás sintiendo o viendo en su conducta, te dirá que tus sentimientos y opiniones no tienen sentido, son absurdos y que estás emocionalmente perturbado/a si piensas esas cosas. El "perdedor" no tiene interés en tus sentimientos y opiniones, pero se sentirá perturbado y molesto si osas cuestionar su conducta. El "perdedor" se muestra tremendamente hostil ante las críticas y a menudo reacciona con ira cuando se cuestiona su comportamiento.
20. Te vuelven loco/a. El "perdedor" opera de un modo tan destructivo que te encuentras haciendo "locuras" como autodefensa. Si tu pareja tiene previsto llegar a las 8 de la tarde haces una llamada a un servicio de la compañía telefónica para evitar que utilice un servicio de rellamada, revisas la basura en busca de algo que pudiera meterte en problemas y llamas a tus familiares y amigos para decirles que no te llamen esa noche. Adviertes a tus familiares y amigos de que no saquen ciertos temas, evitas lugares en la ciudad donde puedes encontrarte con familiares y amigos y no hablas con otros por miedo a las 20 preguntas. Te vuelves también paranoico/a, teniendo cuidado de lo que vistes y dices. Los hombres no violentos se ven envueltos en peleas físicas con mujeres perdedoras. Las mujeres no violentas se ven a sí mismas gritando cuando ya no pueden soportar más el abuso verbal o intimidación. Cuando tenemos que defendernos emocional y físicamente, nos comportamos de un modo diferente y extraño. Cuando pienses que te estás volviendo loca/o, es importante recordar que no existe un comportamiento que pueda considerarse normal en una situación de combate. Puedes estar seguro/a de que tu comportamiento volverá a la normalidad si te separas del "perdedor" antes de que te haga un daño psicológico permanente.
Joseph M. Caver, psicólogo

lunes, septiembre 15, 2008

* EL MALTRATADOR, Bernabé Tierno


"Sabemos que las personas maltratadoras y violentas no sólo pueden haber sido niños maltratados, sino que han aprendido en el propio hogar esas conductas. No hay persona violenta que no aspire a ejercer un estricto control y poder casi absolutos sobre su pareja, igual que no hay maltratador físico o psíquico que admita que lo es. Todos se consideran personas completamente normales y dicen que es el otro (o la otra) quien les controla la vida. El dominio que ejerce el violento no se limita a lo que hace o deja de hacer su pareja, sino que necesita controlar hasta los pensamientos y sentimientos más íntimos, porque no ven a la otra como persona, sino como cosa, algo que le pertenece y de quien tiene que saberlo todo, fiscalizarlo todo y tenerlo bajo control.Las personas violentas, que suelen tener una baja autoestima y sentirse fracasados, no saben pactar, escuchar ni llegar a acuerdos, y a menudo emplean el chantaje o la amenaza para lograr lo que pretenden.La reacción del violento al verse abandonado, sobre todo en el caso del hombre, es tremenda. Cuando es la mujer la que pretende poner fin a una relación, lo vive como una catástrofe emocional y un fracaso personal. Primero, trata de retenerla por la fuerza. Si no lo consigue, recurre a la compasión y al chantaje, amagando con suicidarse o con llevársela por delante, una amenaza que puede hacerse real en cualquier momento. El aislamiento emocional es otra característica del maltratador, que lo único que expresa con facilidad es su cólera, pero no siempre a las claras, sino con una violencia disimulada, con miradas y gestos amenazadores que sólo recibe la víctima, abrumada, enmudecida y atemorizada.En síntesis, todo maltratador es un ser violento con severos problemas de autoestima que compensa sometiendo y humillando a quien considera que es más débil que él.

Bernabé Tierno "El Semanal. nº 931, pag. 67.                                                                                                                    

viernes, septiembre 12, 2008

* LAS PALABRAS DEL PERVERSO. Dra. Marie France Hirigoyen

LAS PALABRAS DEL PERVERSO

Las palabras del perverso no tienen ninguna importancia, lo que importa es lo que se transmite mediante estas palabras. Lo que importa es el mensaje que conllevan, los sobreentendidos. Incluso cuando la violencia es más fuerte, el tono del agresor perverso no aumenta, no alza la voz. Existe un disfrute en provocar en el otro reacciones de nervios. Y cuando la víctima reacciona, por ejemplo, alzando la voz, la víctima es la que queda como el origen del problema. Y si hay testigos, le dice a los testigos: "mira, esta persona es una histérica que monta unas historias, unos escándalos, es una persona agresiva que siempre está gritando".
Es decir, que todas las defensas de la víctima se vuelven en su contra. Los mensajes de los perversos son ambiguos e imprecisos deliberadamente. Mantienen expresamente la confusión, de forma de poder decir luego que ellos no hacen nada, si se les reprocha lo que les dicen. Como su discurso es impreciso, luego dicen "yo no he dicho esto" o "lo has entendido mal". Pero de hecho transmiten sus mensajes mediante alusiones, mediante sobreentendidos, sin comprometerse.

viernes, septiembre 05, 2008

LA COMUNICACION PARADOJICA

Denominado tambien discurso paradójico es una forma perversa de comunicación que consiste en decir simultáneamente una cosa y al mismo tiempo, lo contrario; éste es el mecanismo de base. 
Mediante esta técnica, consigue una doble coacción: permite a nivel verbal decir una cosa, y a nivel no verbal  expresar lo contrario. Se compone por tanto  de un mensaje explícito y de un mensaje sobreentendido. El agresor niega la existencia del segundo al tiempo que sume a la pareja en la confusión, en la inestabilidad y en la perplejidad más absoluta por supuesto para beneficio propio. Es  una de las maneras más eficaces  de desestabilizar a alguien. 
Cabe aclarar aquí que el discurso paradójico, así como otras las técnicas perversas, no son el atributo exclusivo de estos sujetos ya que puede ser utilizado por personas equilibradas. Lo que distingue  a los perversos del resto de personas es que es el único modo de comunicación que conocen y practican.
Al bloquear la comunicación mediante mensajes paradójicos y contradictorios, el perverso narcisista consigue que su víctima no entienda su propia situación y logra impedir que ésta pueda dar respuestas adecuadas, quien además,  se agota buscando soluciones, las cuales son de todas formas inoportuna y, sea cual fuere su resistencia, es incapaz de evitar la angustia o la depresión.

Los testigos sólo oyen un cumplido, pero la víctima descodifica la amenaza.


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